Las decisiones gubernamentales se explican por sus propósitos explícitos o implícitos, así como por las visiones y convicciones de quienes personifican esos gobiernos. A veces ocurre que los propósitos no se corresponden con ciertas decisiones y que, por ello, no se alcanzan las metas sociales establecidas. Comparar algunas decisiones de gobiernos contrapuestos a la ortodoxia neoliberal puede servir para valorar aciertos en los que conviene persistir, así como errores que convendría corregir para conseguir los objetivos propuestos. La actuación reciente de los bancos centrales estadunidense y mexicano ilustran diferencias que merecen considerarse para alinear decisiones y acciones y, por supuesto, resultados de esos banqueros y de los funcionarios económicos.
En su reunión del 21-22 de septiembre pasado, el Comité Federal de Operaciones Abiertas (FOMC, por sus siglas en inglés) de la Reserva Federal (Fed) revisó las expectativas sobre el posible comportamiento de la economía estadunidense. Redujo el aumento esperado del PIB real de 7 a 5.9 por ciento para este 2021, lo que significa que el dinamismo mostrado en los dos trimestres anteriores se reducirá. La tasa de desempleo, fundamental para determinar las decisiones de este comité, seguirá reduciéndose de 4.8 a 4.5 por ciento. La inflación mantendrá su tendencia alcista, esperando que cierre 2021 con un nivel de 4.2 por ciento anual, superior al 3.4 estimado hace apenas un mes.
El FOMC recordó que usará todas las herramientas de las que dispone para apoyar a la economía de ese país, promoviendo el máximo empleo y la estabilidad de precios. Aunque ha habido progresos en la vacunación y los indicadores de producción y empleo han mejorado, las expectativas apuntan a que se está desacelerando la recuperación. Recordó que su meta de inflación es de 2 por ciento a largo plazo, pero los precios están creciendo sensiblemente por arriba de esta meta. En su comparecencia ante el Senado, Jerome Powell, presidente del sistema de la Reserva Federal, explicó que la inflación permanecería elevada en los siguientes meses, debido a que la recuperación de la economía y el gasto están generando presiones en los precios por cuellos de botella en diversos sectores.
Frente a este panorama, el FOMC decidió mantener su tasa objetivo para los fondos federales entre cero y 0.25 por ciento anual, en tanto que seguirán aumentando su tenencia de obligaciones del Tesoro estadunidense al menos en 80 mil millones de dólares mensuales y otros 40 mil millones en valores financieros respaldados con hipotecas. Esta es la política monetaria apropiada para los siguientes meses en Estados Unidos. Se mantendrá en tanto no existan progresos sustanciales en materia de empleo y estabilidad de precios.
Si estos progresos se van alcanzando se moderarán las compras de activos financieros muy pronto, lo que ayudará a que las condiciones acomodaticias de la economía apoyen el flujo de crédito a hogares y empresas. De modo que, en términos llanos, la compra de activos financieros se mantendrá hasta la próxima primavera, por lo que la reducción en el ritmo de compra de estos activos podría empezar hasta el verano de 2022 y la tasa objetivo de los fondos federales empezaría a aumentar meses después.
Este recuento muestra la manera en la que se determina una política monetaria en consonancia con las decisiones que toma el gobierno federal de aquel país. Política fiscal y monetaria se complementan en momentos de definición, ya que el mandato legal de la Fed es dual. Si el banco central estadunidense tuviera un mandato único, la Fed habría aumentado su tasa hace tiempo, complicando el cumplimiento de los propósitos de la política fiscal expansiva del gobierno de Joe Biden.
El Banco de México, en 1993 se incorporó a las reformas del nuevo consenso monetario con dos importantes cambios en su ley: los poderes electos, la mayoría priísta-panista del salinismo, le otorgaron autonomía y le mandataron ocuparse fundamentalmente de la estabilidad de precios. Esos mismos poderes electos pueden modificar su mandato, manteniéndole una autonomía operativa que le permite resolver sin interferencias gubernamentales la política monetaria.
La política monetaria en cualquier país es apropiada de acuerdo con los mandatos que estén establecidos. Para la Fed, una política monetaria apropiada tiene que considerar el estado de la economía y, particularmente, del nivel de desempleo y de la inflación. Por eso, cuando pierde dinamismo la economía estadunidense, la tasa de interés se mantiene entre cero y 0.25 por ciento, aunque la inflación esté aumentando. En México, también estamos perdiendo dinamismo, pero el Banco de México incrementa la tasa de interés porque los precios están por encima del rango objetivo de 2-3 por ciento. Esta política monetaria es apropiada para contener la inflación, pero inapropiada para el cumplimiento de las metas que se ha propuesto la política fiscal.