Madrid. Dos semanas después de la aprobación del plan especial para detener la escalada del precio de la electricidad del gobierno español del socialista Pedro Sánchez, la tarifa de la luz sigue por las nubes y alcanzó un nuevo máximo de 189.9 euros por megavatio hora. Nunca antes en España se había pagado tan cara la electricidad, que en tan sólo dos años se ha triplicado su valor y está provocando un drama social y humanitario en los sectores de la sociedad más desfavorecidos.
Los datos más recientes ofrecidos por el Operador del Mercado Ibérico de la Electricidad (OMIE) no dejan lugar a dudas: el precio de la electricidad mantiene su escalada, al situarse el valor del servicio en una media de 189 euros, pero que en su pico más alto llega a costar 208 euros MWh.
Esta cifra también implica la confirmación de que –dos semanas después de ser anunciado con bombo y platillo– el plan de choque del gobierno, que en teoría iba a reducir el costo de la electricidad de forma inminente y drástica, no ha funcionado.
Como también vaticinaron algunos expertos, el gobierno español no puede controlar los mercados financieros internacionales que comercializan con el gas y con el sector energético, que es finalmente donde se fijan los precios mayoristas que luego repercuten en los usuarios.
De hecho, 15 días después de la aprobación del plan de choque, cuando se suponía que ya se podía haber generado algún cambio, durante la semana se han confirmado los peores vaticinios: no sólo no ha bajado el precio, sino que se ha registrado un incremento promedio de más de 8 por ciento respecto de la semana pasada, la cual a su vez había registrado una subida de algo más de 5 por ciento con lo que se mantiene esa escalada alcista que ha generado unas tasas eléctricas inéditas y que en tan sólo dos años ha supuesto hasta 300 por ciento más de aumento en la factura del usuario medio.
Cambio de hábitos
A pesar de que el incremento del precio de la electricidad es un fenómeno general en Europa –en gran parte condicionado por el alza desmedida del precio del gas y el aumento de los precios de los derechos de emisión de dióxido de carbono–, en España la tarifa se ha disparado como en ningún otro país. Si se compara con Francia o Alemania, la diferencia es de más de 40 por ciento, con mayor peso por la carga impositiva impuesta por el Estado al uso de la electricidad y al financiamiento, mediante la factura de la luz, a la generación de nuevas fuentes de energía sostenibles, como la eólica o la solar.
Si el alto costo de la electricidad ya tenía una enorme efecto en la forma de vida de la mayoría de los españoles, que han tenido que cambiar sus hábitos de vida, como la hora en la que ponen la lavadora y la plancha, ahora también se ha sumado el incremento en el precio de la gasolina, a raíz del alza del barril de petróleo hasta 80 dólares.