Tras el brutal zarandeo de 2020, la recuperación económica del país va viento en popa, y los más recientes indicadores del Inegi dan cuenta de ello: en julio pasado el indicador global de la actividad económica (Igae) registró un aumento de 0.5 por ciento en términos reales respecto al mes previo, y de 7.7 por ciento en términos anuales.
De acuerdo con dicha institución, por grandes grupos de actividad económica las primarias avanzaron 1.9 por ciento, las secundarias 1.1 y las terciarias 0.3 en el séptimo mes del año. En términos anuales, las primeros descendieron 1.1 por ciento, mientras que las secundarias y terciarias se incrementaron 8 y 8.4 por ciento, respectivamente.
En este tenor, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC, de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes) subraya que la economía mexicana “vive un proceso de cambio estructural que definirá su desempeño en los siguientes años. Una vez que termine el efecto de tasas de crecimiento elevadas por la base de comparación, se observará una convergencia del crecimiento económico hacia su capacidad potencial, la cual disminuyó por la crisis. Bajo el marco general se deben observar los resultados del producto interno bruto: tasas robustas de incremento anual que se van moderando. El resultado del Igae confirma lo descrito, con lo que el ciclo continúa al alza”.
El mercado interno y la producción destinada al mismo, así como los problemas en sectores como el automotriz explican la dinámica descrita. De igual forma ocurre en la construcción: la baja inversión en el sector afecta a 50 ramas de la economía y muestra la cautela de otros sectores productivos. En el corto plazo el sector externo y la dependencia de Estados Unidos compensaron la debilidad interna; sin embargo,el mercado externo ha comenzado a dar señales que México debe considerar, particularmente por lo que ocurre en Estados Unidos, China y la Unión Europea.
La Reserva Federal bajó a 5.9 por ciento su pronóstico de crecimiento para 2021, una reducción de 1.1 por ciento respecto a su estimación anterior. De forma implícita ello indica que esa institución estadunidense prevé un segundo semestre con una marcada desaceleración. Las manufacturas son parte de la razón. Sectores como el automotriz, maquinaria y equipo, electrónica, entre otros, han presentado menor crecimiento. En el caso de las manufacturas la debilidad se exhibe en China y algunos países de la Unión Europea.
Dicho contexto incidirá en el comercio internacional y ello representa un aspecto que México debe considerar, porque se puede vincular con la desaceleración de la economía: las exportaciones de manufacturas representan 88 por ciento del total. Todo ello se conjuga con presiones inflacionarias en los precios internacionales de las materias primas. En este sentido, la Reserva Federal está en la disyuntiva de propiciar crecimiento o controlar la inflación. Los problemas financieros de Evergrande (un gigante inmobiliario chino) es otro elemento para considerar, porque podrían afectar el sistema financiero internacional.
Por cierto, ayer el propio Inegi dio a conocer que “la información oportuna de comercio exterior mexicano de agosto de 2021 indica un déficit comercial de 3 mil 902 millones de dólares, saldo que se compara con el superávit de 6 mil 155 millones obtenido en igual mes de 2020. En los primeros ocho meses de este año la balanza comercial presentó un déficit de 6 mil 870 millones”.
En el octavo mes del año el valor de las exportaciones de mercancías sumó 40 mil 313 millones de dólares, con lo que se observó un aumento anual de 9 por ciento, derivado de incrementos de 6.9 por ciento en los envíos no petroleros y de 53.1 por ciento en los petroleros.
Por lo que toca al valor de las importaciones, el Inegi detalla que en agosto pasado sumó 44 mil 216 millones de dólares, lo que se traduce en un aumento anual de 43.3 por ciento. Dicho monto fue producto de 37.5 por ciento de aumento en las importaciones no petroleras y de 113.5 por ciento en las petroleras.
Las rebanadas del pastel
La refinería más “joven” del país data de 1979 y sólo hasta ahora se construye una nueva; los gobiernos neoliberales dejaron en el olvido a las seis existentes, pero para su rehabilitación el gobierno de López Obrador ha invertido alrededor de 32 mil millones de pesos, siempre con fines de autosuficiencia energética.