Al cumplirse siete años de la desaparición de los 43 estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos”, el desmantelamiento de la llamada verdad histórica aún no da respuestas acerca de por qué fueron secuestrados y quiénes desaparecieron a los alumnos en “la trágica” noche de Iguala del 26 al 27 de septiembre de 2014, señaló el Centro Católico Multimedial (CCM).
Indicó que, en los 2 mil 555 días “de este calvario”, la sociedad parece haberse acostumbrado y sólo un antimonumento, el ahora campamento permanente instalado en Reforma frente al desocupado edificio que fue la sede de la extinta PGR, es ya parte del paisaje urbano en medio de la indiferencia de millones que ven las lonas con los rostros de los jóvenes desaparecidos, perpetuándose así una herida muy profunda que se niega a sanar.
En su editorial “Una herida abierta, la noche de Iguala”, dijo que “el actual gobierno de México tiene pendiente esta deuda. Juró resolver lo sucedido para saber qué pasó con los normalistas. Hace un año, los padres y madres dijeron al presidente López Obrador: “no tenemos nada”. En más de un millar de tomos de la investigación, el laberinto no parece tener salida pronta”.
El CCM señaló que la noche de Iguala es el permanente recuerdo “de lo que nuestra sociedad y sistema político es realmente. La colusión de autoridades civiles, políticos corruptos, fuerzas armadas y grupos del crimen organizado parecen ser la mezcla letal que, en unas horas, pusieron un nombre, Ayotzinapa, en el escenario internacional por ser de los casos criminales contra los derechos humanos más deleznables en la última década”.