El pasado agosto, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la Organización de Naciones Unidas, publicó su más reciente informe en el que destaca cómo el calentamiento global cambiará nuestro planeta en las próximas décadas. Se trata de un detallado análisis realizado por centenas de científicos de todo el mundo, el más completo dado a conocer hasta hoy.
Según sus conclusiones, las emisiones continuas de gases de efecto invernadero podrían quebrar un límite clave de la temperatura global en poco más de una década. También estiman que “no es posible descartar” una subida del nivel del mar que se acerque a los dos metros a finales de este siglo.
En este histórico informe se llama a gobiernos, políticos y a la población a adoptar medidas inmediatas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Los cambios registrados recientemente no tienen precedentes en cientos de miles de años y se deben precisamente a las emisiones pasadas y, a las del futuro próximo. Tendrán nocivos efectos irreversibles durante siglos o milenios.
En el documento también se afirma que el cambio climático influye cada vez más en muchos fenómenos calificados como “naturales” y muy extremos en todas las regiones del mundo: olas de calor, lluvias e inundaciones nunca vistas, sequías y ciclones más destructores, por ejemplo.
Y si todo lo anterior no fuera ya grave, en las próximas décadas esos fenómenos climáticos se incrementarán. Si el calentamiento global es de 1.5 grados, habrá más olas de calor, se alargarán las estaciones cálidas y se acortarán las frías, y se alterará la distribución de las precipitaciones, con las consiguientes repercusiones en las inundaciones y las sequías. Con un calentamiento global de dos grados, los episodios de calor extremo alcanzarán con mayor frecuencia umbrales de tolerancia críticos para la agricultura y la salud de la población y las innumerables especies animales y vegetales que existen en el planeta.
El calor extremo de este año presenta todas las características del cambio climático debido a las actividades humanas. Por ejemplo, fue muy severo y prolongado en América del Norte. La insólita temperatura de 49.6 grados registrada en la Columbia Británica (Canadá) batió todos los récords anteriores.
Hacer un recuento mínimo de los estragos que el cambio climático ocasionó el año anterior y el actual ocuparía mucho espacio. Pero basta señalar que sobresalen no solamente por más calor, sino también por lluvias muy intensas que provocaron graves inundaciones cuando menos se pensaba, como en Alemania, Bélgica y China. Y a la par, sequías e incendios forestales que acabaron con millones de hectáreas boscosas en Siberia, Grecia, Italia, Estados Unidos, Turquía, España y Canadá. Además, dos ciclones pasaron por la costa este de Estados Unidos, con decenas de víctimas mortales, millones de dólares en pérdidas materiales y la inundación de Nueva York.
En México tenemos ejemplos muy lamentables de lo que sucede: más pérdida de bosques y selvas por los incendios forestales; tres tormentas tropicales azotaron a diversas entidades del país y dejaron muerte, miles de damnificados, inundaciones y cuantiosos daños materiales en las actividades económicas y la obra pública.
También en estos dos últimos años es más evidente la manera en que el cambio climático está afectando el ciclo del agua, con sequías más severas en muchas regiones. Destacadamente en África y Medio Oriente, donde los últimos seis años son los más cálidos jamás registrados. Como fruto, hay migraciones masivas por falta de agua para la agricultura y las necesidades básicas de la población, con la consecuente desnutrición y hambrunas. Y en paralelo, enfrentamientos entre poblaciones y países por controlar las fuentes de abastecimiento del vital líquido.
Acaba de celebrarse en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, una Cumbre de jefes de Estado. Allí el secretario general del organismo, António Guterres, hizo un nuevo llamado a cambiar la forma en que el hombre trata al planeta. Estamos en el abismo por el Covid-19 y el cambio climático, dijo. Sin embargo, los políticos, los dirigentes de los países y la población no estamos haciendo lo urgente para evitar caer en el abismo. Todos los días las actividades humanas, la desigualdad social y económica y el mal uso de los recursos naturales, nos acercan a él.