Se llevó a cabo, bajo la presidencia pro tempore mexicana, la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en la que participaron 31 gobiernos de América Latina y el Caribe.
Alicia Bárcena, directora de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), presentó excelentes propuestas en favor de una estrategia regional contra la pandemia y en favor de una reactivación económica.
Se alcanzaron importantes acuerdos vertidos en 44 puntos, que incluyen propuestas como: un plan para la autosuficiencia alimentaria, la puesta en marcha de una agencia espacial, la creación de un fondo regional para desastres naturales, impulso al comercio intrarregional, seguridad alimentaria y el intercambio tecnológico y cultural. Un organismo multilateral de la región que, como propuso el presidente López Obrador, busca fortalecer un mecanismo que permita: “no intervención y autodeterminación de los pueblos; cooperación para el desarrollo y ayuda mutua para combatir la desigualdad y la discriminación”.
Sin embargo, fue lamentable y cuestionable no poner en la agenda el fenómeno migratorio, ya que ni los propios funcionarios de países, de los cuáles los migrantes son ciudadanos pusieran el tema sobre la mesa. Únicamente la representante de Panamá, Erika Mouynes, ministra de Relaciones Exteriores, habló de la migración irregular y señaló que no es un fenómeno nuevo ni va a desaparecer, “pero mirar para otro lado y pretender que no está ocurriendo, no es una opción”.
Era necesario hacer visible tan grave y doloroso fenómeno; estaba sucediendo una tragedia en la frontera norte, migrantes tratando de entrar a Estados Unidos por un río, cargando a sus pequeños, mujeres embarazadas, ancianos con incapacidad para caminar, todos intentando pasar mientras los cuerpos de seguridad lo impedían con actitudes amenazantes y, para colmo, se pusieron en marcha deportaciones masivas cuando ese mecanismo debe descartarse, si no se analizan primero los casos, ya que regresan a los mismos peligros de los que claramente tratan de huir.
Estamos totalmente de acuerdo en que se debe ir a las causas de la migración; por ello la estrategia de la integración latinoamericana es el camino, porque incorpora como objetivo central el desarrollo de la región, la vinculación a partir de la cooperación y poder hacer realidad la autosuficiencia alimentaria, industrial y científica, que favorezca el comercio intrarregional tomando en cuenta las características particulares de desarrollo de los países, pero sobre todo que asegure una distribución equitativa de los beneficios de la integración sin discriminar a ninguno. Este es el camino, pero la urgencia de los conflictos migratorios requiere acompañarse de una acción rápida y concreta. Con el mismo ímpetu y fortaleza que se invirtió para el éxito de la Celac, hay que acelerar los acuerdos firmados en la reunión que bajo la primera presidencia pro tempore mexicana se alcanzaron en noviembre de 2019 en el llamado Mirps (Marco Integral Regional para la Protección y Soluciones) con la participación de los estados partes: Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Panamá. En ella se acordó “coordinar y promover de manera solidaria una respuesta regional ante los desafíos que plantean los movimientos de personas en búsqueda de protección internacional en los países del Mirps... y atender las causas que originan las necesidades de protección internacional, así como de incrementar los esfuerzos para atender esas necesidades en un espíritu de responsabilidad compartida con el apoyo de la comunidad internacional”.