Ciudad de México. A 200 años de consumada la Independencia de México, “no ha habido una política pública de rescate decalidad de vida y de visibilidad de los pueblos indígenas ni de fortalecimiento de sus comunidades”, sostiene la lingüista y filóloga Concepción Company Company.
En entrevista telefónica sobre su libro, El español en América: de lengua de conquista a lengua patrimonial, recientemente editado por El Colegio Nacional, la investigadora destaca la gran paradoja de que tras la Independencia “los habitantes de los pueblos originarios se han vuelto invisibles, dejaron de ser noticia” y, al mismo tiempo, regalan al español y al mundo palabras como chocolate, aguacate y tiza.
Explica que en dos siglos “se debilitó enormemente la vida cotidiana en lengua indígena” por la prohibición de las administraciones en lenguas nativas, que ahora están en una situación de sobrevivencia. Existen disposiciones en el papel, “pero no hay una política pública que lleve a los hechos un orgullo y un rescate”.
Concepción Company (Madrid, 1954) agrega que para “rescatar lenguas se tiene que rescatar la calidad de vida. Si a usted no le funciona cobrar las quincenas en español, pues se va a cambiar a otra lengua. Así de simple. Lo mismo sucede con los indígenas”.
Por ello “estamos perdiendo de manera acelerada patrimonio lingüístico en México. Quitando lenguas como el maya yucateco que, no obstante, ha tenido un resurgimiento interesante a partir de empresas turísticas que funcionan en ese idioma en la Península, y el diidxazá (zapoteco del Istmo), es una tristeza, un retroceso.
“Ahora no está pasando nada para ellos. Vamos a ver qué ocurre en el Decenio de las Lenguas Indígenas (2022-2032) instaurado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, si se logra algo de verdad y no meramente celebratorio, simbólico y de estereotipos.”
La especialista, nacionalizada mexicana desde 1978, se refiere a la paradoja de que al menos “120 millones de mexicanos sólo hablan español y aún así hay un sentimiento de que es la lengua de los conquistadores”.
Pide que se asuma que el idioma con el que la mayoría nacimos “de facto ya es una lengua nacional oficial aunque no exista en la Constitución declaratoria alguna en ese sentido. Creo que si se estableciera esta realidad, obligaría al Estado mexicano a hacer co-oficiales las lenguas indígenas”.
Esta situación es propicia porque en los grandes núcleos urbanos una importante cifra de habitantes que provienen de comunidades indígenas, cuyos padres quizá hablaban alguna lengua originaria y “ellos ya no porque no les es funcional”.
Crear ambientes propicios para el rescate lingüístico
“Lo que hay que hacer es crear fábricas en las áreas indígenas y obligar a que el gerente o los directivos hablen la lengua, así como darles prebendas fiscales a los habitantes, como se hizo en muchos países para rescatar minorías lingüísticas.
“Eso sería fantástico, porque entonces van a cobrar su quincena en náhuatl, gestionar su vida y seguir teniendo su lengua patrimonial, eso no ha ocurrido en la historia de México.”
Company Company relata que en su más reciente investigación, en la que examina datos de documentación primaria, se ve “que hay una época inicial de gran extrañeza hacia la otredad” que duró todo el siglo XVI, pero una gran necesidad de comunicarse entre españoles e indígenas, éstos “por sobrevivencia absoluta.
“Ese periodo de extrañeza se manifiesta en estrategias gramaticales, como siete u ocho. En el caso de los habitantes de los pueblos originarios, lo que se ve es que es una extrañeza trágica. En 1605, 80 años después de la caída de Tenochtitlan, un testimonio indígena dice: ‘ahora dio la vuelta el mundo’. Múltiples testimonios se preguntan ¿quiénes son ellos que nos quitan nuestro mundo?”
La premio Nacional de Artes y Literatura 2019 en el campo de Lingüística y Literatura refiere que en el siglo XVI, se presenta “un gran contacto y plasmación de la otredad”, como consigna El español en América…
“Por ejemplo, la palabra ‘Moctezuma’ tiene 11 graficaciones; ‘pulque’, cinco y ‘chalchihuites’ (tipo de piedra), muy preciados para la cultura mesoamericana, nueve.
Lo que se nota, advierte la filóloga, es que, más que amalgamarse en esa época, se trata de múltiples intentos de apropiación de la otredad”. Establece, además, que en el siglo XVIII ocurrió en América “la gran fusión del español con las lenguas indígenas, sobre todo el náhuatl, que están metidas en la médula del idioma oficial, señal de que da una fusión enorme y que sigue sucediendo”.