Siete años tiene la desesperación, el dolor, la indignación y la rabia. Siete años cumple la ignominia. Siete la corrupción, el horror, la tortura, la muerte, la desaparición. Siete de mentiras y falsas esperanzas. Siete de no saber la verdad de lo ocurrido la noche de Iguala en la que se perdió el rastro de los 43 futuros maestros de la Escuela Normal de Ayotzinapa. Siete del silencio del Ejército mexicano y de los gobernantes que lo solapan. Siete años de seguirlos buscando.
“La desaparición de nuestros hijos cambió nuestras vidas. Es un camino tortuoso que tenemos que vivir para encontrarlos y puedan seguir con sus sueños”, dice Emiliano Navarrete, padre de uno de los 43 jóvenes. Emiliano, como el resto, no ha descansado ni un segundo. Recuerda el encuentro con el ex presidente priísta Enrique Peña Nieto, y también los que han sostenido con Andrés Manuel López Obrador. Hay diferencia en el trato, reconoce, pero el resultado es el mismo: nada sobre el paradero de sus hijos.
“No existen avances en las investigaciones y a pesar de que hay líneas que siguen las autoridades no nos satisface… se les hace más caso a los delincuentes cuando en otras ocasiones como madres y padres hemos reportado puntos de búsqueda, pero no nos escuchan ni se busca”, lamenta Navarrete.
Siete años y cientos de marchas, plantones, mítines; búsquedas en pueblos, cerros, rancherías; recorridos nacionales e internacionales; diálogos con autoridades en turno; cierres de carreteras y casetas de cobro, volanteo, entrevistas con medios de comunicación, participaciones en libros y documentales. Han hecho todo lo que ha estado a su alcance.
Cristina Bautista Salvador, madre de Benjamín Ascencio Bautista, es de palabra clara: “el gobierno actual abrió las puertas y la esperanza de que ellos van a esclarecer los hechos. Están trabajando y lo reconocemos, pero no tenemos resultados. El gobierno dice que tiene voluntad política, pero no hay nada”.
“Ya no queremos mentiras ni que nos sigan pisoteando”, gritan frente a la Fiscalía General de la República (FGR), en la toma simbólica de sus oficinas, donde doña Blanca Nava se pregunta ¿por qué se burlan de nuestro dolor?
Siete años.