Xalapa, Ver., A pie por la supercarretera Las Choapas-Ocozocoautla, en motocicleta por los caminos rurales, hacinados en vehículos particulares o previo pago de tarifas excesivas en autobuses, miles de haitianos se internan en territorio veracruzano en busca de la frontera de México con Estados Unidos.
Tras la disolución de las caravanas procedentes de Tapachula, Chiapas, que la Guardia Nacional realizó a inicios de agosto, una ola de migrantes, sobre todo de haitianos, se desplazó por varias vías hasta territorio veracruzano, lo que comenzó a notarse a principios de septiembre en Las Choapas.
Coatzacoalcos es otro de los puntos donde (los migrantes) suelen embarcarse, aprovechan la oferta de transporte con conexiones al norte del país. En esta última ciudad, muchos haitianos hacen trámites en la oficina de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados y en cuanto obtienen sus permisos para circular buscan opciones para transportarse.
En su andar por el sur de Veracruz, y dependiendo de la ruta escogida, los haitianos se enfrentan a varios peligros. Los que caminan por la supercarretera padecen la insolación y deshidratación que provocan las largas caminatas expuestos al sol y con temperaturas que rondan los 35 a 40 gra-dos centígrados.
Los que optan por contratar algún motociclista o a un particular se exponen a los accidentes provocados por el mal estado de los ve-hículos y la falta de pericia de los conductores. Aquellos que pagan un taxi o un autobús se exponen a que en el primer retén establecido por la Guardia Nacional, el Instituto Nacional de Migración y Seguridad Pública, sean bajados y llevados a una estación migratoria.
Francisco Castillo Reyes, director de Protección Civil de Las Choapas, informó que en las semanas recientes han atendido más de 20 llamadas de auxilio de migrantes. “Hemos atendido de todo: deshidratación de bebés y niños, mujeres embarazadas con hemorragias o con parto adelantado por las largas caminatas, hombres que se desmayan por las altas temperaturas”.
Tijuana, Ciudad Juárez, Matamoros y la capital del país son los puntos hacia donde más salen, algunos pagan hasta 2 mil 500 pesos por un lugar en el autobús, cuando el costo regular es de mil 500 pesos para los mexicanos, pero igual los bajan en algún punto de la carretera.
“Ya nos ha pasado que compramos boletos y unos kilómetros más adelante nos bajan porque están los retenes de Migración, caminamos y caminamos, pero no los vemos (los retenes); sólo nos quitan el dinero de esta manera”, dijo Baptiste, un migrante que viaja con su familia desde Brasil.
“Aquí somos nadie, no hay autoridades que nos ayuden, no tenemos apoyo de nadie por eso es que buscamos que nos den papeles para seguir nuestro tránsito, pero nos tenemos que cuidar en los retenes porque el personal de migración nos lo quita”, anotó Antoine, un migrante que busca llegar a Tijuana con su familia.
Estas unidades no cuentan con seguro de viajero ni medidas de seguridad ni instalaciones para ascenso o descenso de pasajero en puntos intermedios.