En 1919 se publicó por primera vez Diez días que estremecieron al mundo, las crónicas de primer nivel sobre la Revolución Rusa, escrito por el periodista estadunidense John Silas Reed y se convirtió –probablemente– en uno de los trabajos periodísticos más influyentes del siglo XX. Desde entonces Reed no ha dejado de considerarse uno de los mejores periodistas del orbe o, por lo menos, “su cara más visible” según Paco Ignacio Taibo II. Tampoco se ha dejado de valorar su trabajo como un importante documento capaz de cambiar el curso de la historia.
Esas no fueron las primeras crónicas que escribió. El primer gran libro publicado por John fue México Insurgente, publicado en inglés en 1914, y por primera vez en español ¡cuarenta años más tarde! Pero hoy sorprende más que las editoriales Nórdica Libros y Capitán Swing decidieran unir fuerzas y recuperar la obra de Reed, primero con Diez días que estremecieron al mundo y, más recientemente, con México Insurgente, potencializando ambas ediciones con una nueva traducción e ilustraciones. Lo anterior avala lo valioso que resulta el periodismo para las editoriales y lo confirma Diego Moreno, editor de Nórdica: “creo que con frecuencia se publican textos periodísticos por su aportación para entender momentos históricos mediante fuentes directas, sin olvidar que hay periodistas que también son grandes escritores de ficción”.
¿Por qué publicar una nueva edición de México Insurgente? “Es uno de los libros a los que siempre se regresa para entender aquellos años”, señala Taibo y continúa: “el periodismo es un gran instrumento, cómo nos enteraríamos de los grandes temas sociales si no es por las crónicas de periodistas notables como Tomás González, Ryszard Kapuściński o Larisa Reisner”. Y para el editor de Nórdica, Reed es uno de esos pilares: “un referente indiscutible del mejor periodismo, tanto en su trabajo en la Revolución Rusa como en la mexicana. En ambos se involucró e hizo una labor de campo excepcional convirtiéndose en el modelo para generaciones posteriores”.
Alberto Gamón, el ilustrador de la obra está convencido de la vigencia del texto: “Yo conocía poco sobre la Revolución Mexicana. Al prepararme para ilustrarlo, descubrí que aún se pueden encontrar cosas emocionantes al leer a John, por ejemplo cuando Villa se convirtió en gobernador creó 50 escuelas en un mes. Un siglo después, me impresiona que se siguió mirando a Villa como un cuatrero. Es justo dedicar un esfuerzo para rescatar el trabajo del periodista, sobre todo por su forma tan amena de contar la historia”, agregó.
En cualquier caso, la experiencia mexicana sirvió a Reed para desarrollar su trabajo posterior, de acuerdo con Paco Ignacio: “en México John aprendió que para contar las cosas hay que acercarse a tocarlas. Él perteneció a una generación de periodistas que trabajaba de ‘oídas’, todos escribían sus notas desde El Paso, Texas, sin cruzar la frontera para observar lo que realmente estaba pasando”, recordó. “Si quieres aprender a contar una historia debes estar muy cerca de ellas, con esa consigna Juanito –como conocían a Reed los mexicanos– descubrió que no todas la balas matan; asustan pero no matan.”, sentenció el escritor. En cierto sentido la experiencia de vivir la revolución en México impulsó la carrera del periodista estadunidense que logró convertir lo cotidiano en una narración articulada de la historia. Su gran capacidad para ver se conjugó con su extraordinario talento para contar y, gracias a esa mezcla de habilidades, logró obtener una serie de imágenes de un periodo muy concreto de la historia de México, narrado a momentos como historia de aventuras, en otras partes como prensa de combate, en algunas como crónica o reportaje y, en ocasiones, como cuaderno de viaje.
Éso es un punto importante para Gamón, para quien “todos los elementos que se involucran a la hora de contar una historia proporcionan información al lector”. Reed poseía una doble mirada, por un lado la de los hechos y, por el otro, una visión instantánea que le permitió relatar la historia de aquellas grandes jornadas. “Con esa mirada caleidoscópica, Reed trasmite en sus crónicas que la revolución fue una guerra de ricos contra pobres y que gran parte de ella se desarrolló en el norte, un lugar extremadamente árido”, aclaró el ilustrador. “Éso es lo que quisimos capturar en esta nueva edición, además del trazo y la forma –elementos que son muy importantes a la hora de contar con imágenes– es muy importante el color, un actor que también da mucha información al lector”, explicó.
Esta nueva edición cuenta con una veintena de ilustraciones en color sepia que hacen un notable homenaje al muralismo mexicano, una de las aportaciones más valiosas y originales de México a la cultura del siglo XX. “Decidimos que el sepia era el color indicado porque la mayoría de las fotos de la época son de ese color y porque contribuye notablemente a reflejar la visión del periodista que observó ese color en la tierra y en la piel de aquellos protagonistas de la historia”, explicó Alberto, y Diego y complementó: “nos atrae cada vez más ilustrar textos de ensayo porque creemos que son libros de lectura más dura y un buen trabajo gráfico aporta un nuevo lenguaje y un ritmo más pausado para su lectura”.