Durante su comparecencia ante el pleno de la Cámara de Diputados, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, informó que la economía mexicana lleva cuatro trimestres de recuperación y que en la actual fase de expansión el principal motor del crecimiento es el sector interno. Por ello, dijo, el diseño económico para el próximo año está enfocado en reforzar los apoyos para el bienestar a fin de que éstos sostengan el consumo interno, reiterar la disciplina fiscal y fortalecer el gasto público en infraestructura para cerrar las brechas con nuestros países socios del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.
Para respaldar sus afirmaciones, el encargado de las finanzas públicas expuso que en la primera mitad de 2021 el consumo interno aumentó 6.6 por ciento anual y la inversión privada lo hizo en 8.2 por ciento, lo cual se habría logrado, en parte, gracias a los proyectos de infraestructura que iniciaron en 2018. Por ejemplo, en Oaxaca, Chiapas y Tabasco –entidades en las que se construyen el Tren Maya, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y la refinería de Dos Bocas–, la actividad económica regresó a niveles previos a la pandemia desde el primer trimestre del presente año.
Estos datos muestran la pertinencia de la política de mitigación de los efectos económicos de la emergencia sanitaria implementada por el gobierno federal, la cual consistió, en sus líneas generales, en apoyos directos a los sectores más vulnerables de la población. Estas medidas, criticadas por las élites y sus voceros al ir a contrapelo de la ortodoxia neoliberal, permitieron sostener el mercado interno al dar un acceso al consumo –aunque fuera mínimo– a millones de familias de manera directa, así como mantener las cadenas de producción y distribución en niveles lo más cercanos posible a lo normal, con el consecuente beneficio sobre los puestos de trabajo tanto formales como informales.
Sin embargo, está claro que la crisis dista de haber sido superada, y que hay mucho camino por delante no sólo para subsanar los estragos del Covid-19 sobre la economía nacional, sino también, en una perspectiva más amplia, para garantizar a todos los mexicanos ingresos dignos y acordes con sus necesidades. En primer término, debe destacarse que el crecimiento proyectado para este año (6.3 por ciento del PIB) se encuentra sólo ligeramente por encima de la inflación esperada (5.4 por ciento), y que las expectativas para 2022 muestran una carestía por encima de la expansión económica. Estas previsiones señalan la necesidad de reforzar los estímulos existentes e implementar otros, con la finalidad de que el aumento de precios no anule los avances logrados ni lastre las finanzas de familias y negocios.