Nueva York. En el tercer día del desfile casi infinito de oradores en el “debate” anual ante la Asamblea General de la ONU, como en los múltiples actos, cumbres y reuniones de dúos, tríos, cuartetos de mandatarios, cancilleres, embajadores y más alrededor del magno evento se aborda toda la gama de los temas más candentes del planeta, hay poca evidencia entre tantas palabras de que se está resolviendo lo que el secretario general Antonio Guterres llamó “la cascada de crisis más grande de nuestras vidas”, al inicio de este ejercicio.
En el Consejo de Seguridad, centro del poder de la ONU, cancilleres de los 15 países miembros (con los cinco permanentes manteniendo el monopolio de poder a pesar de décadas de propuestas para reformar una estructura anticuada), parecieron estar sumamente orgullosos de sí mismos al debatir sobre si elevar o no el tema de cambio climático a un asunto de seguridad internacional, o sea, incluirlo como parte de las responsabilidades de ese organismo o dejarlo a otras partes de la burocracia diplomática mundial. No hubo consenso.
Por otro lado, la llamada Cumbre de la ONU de Sistemas Alimentarios –cuya organización ha durado dos años– realizada ayer pareció fracasar antes de empezar, cuando más de 500 organizaciones y expertos no gubernamentales boicotearon el encuentro al rechazar lo que llamaron la “colonización corporativa de los sistemas de alimentación” y considerar que el control de esa iniciativa se quedó con empresas e intereses de las compañías agroindustriales, justo las acusadas de generar las condiciones que más daño han hecho tanto a los cultivadores pequeños y medianos del mundo, como al ecosistema de la agricultura, y que han contribuido a la crisis del cambio climático (https://www.csm4cfs.org/wp-content/uploads/2021/09/Declaration-ES-1.pdf).
El propio relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Michael Fakhri, criticó la cumbre por otorgar un papel determinante al sector privado, sobre todo las multinacionales de la rama, afirmando que “hemos visto a los mismos actores empresariales que han causado daño irreparable a nuestra salud, clima y medio ambiente, tratar de crear un nuevo juego, obtener mayor influencia y sacar nuevas oportunidades económicas”.
Nettie Wiebe, de Vía Campesina, declaró al diario The Guardian que ese movimiento internacional se retiró de la cumbre porque fue un proceso no democrático y que “las soluciones de las grandes agroempresas que se están promoviendo minan lo que la mayoría de los productores de alimentos del mundo están intentando hacer para proteger el medio ambiente y enfriar el clima con la intención de que haya esperanza para el futuro”.
Por otro lado, de regreso a la Asamblea General, países africanos denunciaron lo que el presidente de Namibia, Hage Geingob, llamó un “apartheid de vacunas”, al insistir al mundo desarrollado sobre la urgencia de obtener los antivirales para un continente donde apenas 3 por ciento de la población ha empezado a ser vacunada. Advirtieron que la pandemia no será controlada y nadie podrá estar seguro hasta que “todos lo estemos”.
El secretario de Estado, Antony Blinken, ha tenido una agenda incesante en Nueva York al participar en cumbres, el Consejo de Seguridad, reuniones bilaterales (incluso con sus contrapartes de México y Francia) y más, aparentemente para contrarrestar la imagen dañada de su gobierno después de una serie de tropiezos diplomáticos –entre ellos el retiro caótico de Afganistán, al parecer con poca consulta con sus aliados, el manejo del asunto migratorio en su frontera, y la disputa diplomática con Francia, que es considerado el aliado más antiguo de Estados Unidos, resultado de arrebatarle un contrato de miles de millones de dólares con Australia para la compra de submarinos–, que están minando la misión de resucitar el papel de Estados Unidos como el autoproclamado líder del mundo.
La buena noticia para ellos es que el público estadunidense no tiene gran interés en lo que sucede en la ONU, pocos se enteran de lo que está sucediendo ahí, más allá de que su presidente dio un discurso más. Por cierto, ayer ninguno de los principales rotativos o noticieros de las cadenas nacionales de televisión (incluidos el New York Times y el Washington Post) colocaron los sucesos en la ONU entre sus principales noticias del día.