Madrid. El ex presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, fue puesto en libertad y sin medidas cautelares después de haber pasado la noche en una comisaría de la Cerdeña italiana, donde tenía previsto asistir a un festival de movimientos secesionistas. La Corte de Apelación de Sassari lo citó a declarar para el próximo cuatro de octubre, pero al no fijar ninguna restricción de movimientos, el líder independentista puede volver a Bruselas -donde vive refugiado desde el 2017- o si lo prefiere, permanecer en la isla italiana hasta su comparecencia. A su salida del juzgado, Puigdemont acusó al Estado español “de no perder ninguna oportunidad para hacer el ridículo”.
Puigdemont, el líder que impulsó la declaración unilateral fallida de independencia del 2017, se refugió en Bruselas al día siguiente de ese acto. No informó a casi nadie de su salida, ni siquiera a su círculo más próximo en el gobierno, y desde entonces no ha vuelto a Cataluña. Justificó su salida en la falta de garantías de los tribunales españoles ante los procesos que se abrieron pocas semanas después por los delitos de sedición, malversación de caudales públicos y desobediencia. La mitad del gobierno que presidió, incluido el ex vicepresidente Oriol Junqueras, fueron juzgados, condenados e indultados recientemente, con lo que ya están en libertad a pesar de que tenían penas de más de diez años de cárcel.
El caso de Puigdemont es diferente, puesto que al no haber sido juzgado por el Tribunal Supremo, sigue vigente la orden de detención internacional que se giró en su contra en su día y que ya le costó al menos dos detenciones: una en Alemania, cuyo tribunal rechazó la extradición al no encontrar simetría entre el Código Penal español y el alemán, y ahora en Italia, país al que no acudía desde su salida en 2017.
VIDEO: Carles Puigdemont, detenido en Cerdeña.
Tras conocer su detención, en Cataluña se provocó una tormenta política hasta el punto de que los dos principales representantes de las instituciones autonómicas, el presidente y la presidenta del Parlamento, Pere Aragonés y Laura Borras, viajaron a la Cerdeña para acompañar el ex presidente en su nueva batalla judicial. De hecho al salir del juzgado fue recibido por un par de docenas de independentistas cerdeños y catalanes y por los representantes del independentismo catalán, que gritaron vítores a favor de Puigdemont y le animaron a resistir.
En el auto de la Corte italiana se especifica que no se aplicaron medidas cautelares por la condición de europarlamentario del dirigente catalán, pero que la detención fue acorde a derecha, al estar vigente la orden europea de búsqueda y captura. La única condición que le impuso fue que acudiera a declarar, en parte por petición de la defensa de Puigdemont para aplazar la vista, el próximo cuatro de octubre a las 11:30 de la mañana.
En Cataluña, la detención de Puigdemont provocó una tormenta política, sobre todo en los partidos que forman el gobierno, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Junts per Catalunya (JxCat), que asumieron la detención como una nueva medida “represiva” del Estado español y amenazaron con romper la mesa de diálogo recién inaugurada con el gobierno central del socialista Pedro Sánchez y la negociación para la aprobación de los presupuestos del gobierno central, que requiere necesariamente del apoyo de los grupos del separatismo catalán.
Desde Madrid, el presidente Pedro Sánchez instó a sus socios parlamentarios a mantener la calma y a pensar que “el diálogo es, si cabe, más necesario hoy; y lo será en el futuro”.
En Barcelona se registró además una concentración frente al Consulado italiano de unas 300 personas, en la que gritaron consignas a favor de la independencia y contra el Estado español en un ambiente festivo.