Horas antes de que la empresa Gerhard Hirsch Nachfolger, con sede en Múnich, efectuara ayer una subasta de arte precolombino, diplomáticos de por lo menos 11 países latinoamericanos y del Caribe enviaron un comunicado a las autoridades alemanas para solicitar su intervención en la puja que consideraron “un ataque a su patrimonio y a sus derechos fundamentales”.
El remate incluyó casi 320 piezas procedentes de México, Bolivia, Costa Rica, Perú y Guatemala. Entre ellas hay cuencos de cerámica del área de Coclé, en Panamá, estilo Coclé-Parita y Coclé-Conte, cuyo precio inicial fue de entre 300 y mil 600 euros (352 y mil 878 dólares).
La misiva señaló que la venta efectuada por Gerhard Hirsch Nachfolger viola “el derecho internacional y probablemente el derecho alemán”, ya que las obras precolombinas forman “parte inseparable de la identidad social y cultural” de sus países.
Sin embargo, “no es la primera vez que este tipo de subastas se celebran en Alemania y en Europa y tememos que no sea la última”, reiteraron los embajadores.
Los diplomáticos, entre ellos la embajadora salvadoreña Florencia Vilanova, en representación de los países de Latinoamérica y el Caribe (Grulac), reiteraron en redes sociales que los bienes de arte precolombino “son patrimonio público desde hace décadas” y que la salida de esas piezas de sus territorios “sólo puede haber sucedido de manera irregular si están en manos privadas o aparecen en subastas como la de Múnich”.
El embajador mexicano Francisco Quiroga compartió en su cuenta de Twitter una carta entregada a la supuesta dueña de la casa subastadora Gerhard Hirsch, en cuyo contenido aclara que este tipo de acciones de comercialización del patrimonio histórico y cultural de México es sacado de contexto, “anula el valor de la cosmogonía de las civilizaciones que las elaboraron e impide la socialización del conocimiento histórico que aportan”.
Por su parte, la casa Gerhard Hirsch Nachfolger declaró que todos los objetos que se pondrían en venta, algunos de ellos con más de dos mil años de antigüedad, están acompañados de un “certificado que prueba que su presencia en Alemania es legal”.
Los embajadores insistieron en la necesidad de presionar a las empresas que participan en estas adquisiciones y lamentaron los “progresos insuficientes” en la restitución del patrimonio reclamado por naciones que en algún momento se vie-ron colonizadas.
Panamá también protestó contra la subastadora, así como ante el embajador de Alemania en Panamá, y exigió que se entregue el permiso de exportación de estas piezas, además de sus certificados de autenticidad.
“Debería darles vergüenza”, declaró el embajador de Panamá en Alemania, Enrique Alberto Thayer Hausz, en una rueda de prensa de varios diplomáticos latinoamericanos en Berlín.
De forma simultánea, las autoridades panameñas pidieron a la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) la repatriación de los objetos.
El Ministerio de Cultura de este país centroamericano difundió a través de sus plataformas digitales que ya se realizan las gestiones legales para la recuperación de las obras, a fin de “impedir el tráfico ilícito de nuestros bienes culturales”.