El diagnóstico del Ejército Zapatista de Liberación Nacional es severo: el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón (llegado al poder por Morena, concuño del gobernador con licencia de Tabasco y actual secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández) estaría creando condiciones de desestabilización del gobierno obradorista en alianza o coincidencia con el Partido Verde Ecologista de México (las cuatro mentiras, que tiene como principal referente a Manuel Velasco Coello, el ex mandatario chiapaneco que no ha conseguido los cargos federales relevantes que suponía y por cuyos enojos y presiones le han amagado con indagaciones que podrían desahogarse en el ámbito penal: todo lo antes mencionado entre paréntesis son consideraciones astilladas, no señalamientos firmados por el subcomandante Galeano).
En la carta suscrita por quien antes era llamado Marcos se detallan las acciones del “desgobierno” de Rutilio Escandón, quien estaría “haciendo todo lo posible por que se desestabilice al suroriental estado de Chiapas”. También se menciona que los funcionarios estatales están “robando todo lo que pueden del presupuesto estatal. Tal vez preparándose para un colapso del gobierno federal o apostando por un cambio de partido en el poder”.
En otro párrafo, el comunicado zapatista se pregunta si las “provocaciones” del PVEM buscan “desestabilizar al régimen en el poder” y si Escandón, y su secretaria general de gobierno, Victoria Cecilia Flores Pérez, “lo que quieren es quitar al actual gobierno federal o provocarle dificultades como represalia por las investigaciones penales que tienen en su contra, o están jugando en una de las facciones que se disputan la sucesión de 2024”.
La advertencia zapatista de que se está “al borde de la guerra civil” tiene como contexto que en Chiapas hay fuertes intereses económicos y políticos que siguen manteniendo en el atraso a amplios sectores sociales. El entonces gobernador Velasco Coello jugó con la política sucesoria estatal como un novato con un hipotético cubo político de Rubik: armó y desarmó, alentó y traicionó, prometió e incumplió, soñó y despertó, pues luego de abrir camino a la instalación convenida de Rutilio Escandón como carta obradorista, y en espera de su presunta inclusión en el gabinete andresino, ha debido quedarse solamente con su escaño y la coordinación de los senadores verdes, mientras otros grupos políticos chiapanecos avanzan y son premiados.
En ese jaloneo peligroso el Verde ha pretendido condicionar su apoyo legislativo federal a Morena, ha aparecido material demostrativo de entrega de dinero a hermanos del Presidente de México que se supondría debían estar bajo férreo resguardo en la videoteca de Velasco o de su operador corruptor, David León Romero, y se ha esbozado la posibilidad de indagar cuentas del citado Velasco en su ejercicio como gobernador.
Demasiados expedientes pesados que necesariamente alteran el curso de un estado siempre políticamente volátil. Pero ¿Rutilio jugando las contras al Presidente, que terminando su mandato asegura se irá a la finca familiar de Palenque, y a su concuño Adán Augusto, que ahora está encargado de la “gobernabilidad”?
Luego del trabajo de devastación ideológica y programática de Morena que realizó en las pasadas elecciones, con resultados positivos desde la mera óptica del pragmatismo ebrardista, Mario Delgado reincide al declarar, por las muy superiores pistolas, que un acuerdo de las élites de ese partido (¡en donde se incluye al Cuau!), sin tomar en cuenta militancia, asambleas, dirigentes territoriales o algo parecido, le faculta para posponer un congreso nacional e imponer una campaña de afiliación, reafiliación y credencialización que daría paso a una reorganización como una especie de nuevo partido de Estado, al estilo de lo que fue el PRI. ¡Hasta mañana, diciendo adiós a un viejo militante de izquierda, José de Alba!
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