Ciudad de México. El despojo y la exclusión, dos de las principales cuestiones contra las que han luchado y resistido los pueblos originarios de México desde hace 500 años, en el presente se disfrazan del llamado “progreso” o apoyo económico a las comunidades indígenas.
Así lo considera la activista María de Jesús Patricio Martínez, conocida como Marichuy, quien participó este lunes en la mesa de reflexión 500 años de lucha por la vida, como parte de las actividades del primer Encuentro Internacional de Cátedras Extraordinarias, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que abordará temas como el despojo de territorios, la contaminación del medio ambiente y la exclusión identitaria que han marcado la historia de los pueblos originarios.
Marichuy forma parte de la delegación zapatista aerotransportada denominada La Extemporánea, y se encuentra en estos momentos de viaje por Europa. En su intervención en el encuentro, vía Zoom, explicó que en la actualidad no se puede hablar de una sola forma de resistencia.
“La resistencia es diversa, como diversos son los pueblos originarios que han resistido. Cada uno tiene su lengua, sus fiestas, su medicina, sus modos y tiempos de organización. No es cierto que los pueblos originarios fueron acabados, siguen vivos y resistiendo. A 500 años los pueblos siguen siendo discriminados, despojados de su territorio, secuestrados y masacrados”, reiteró quien fuera elegida por el Congreso Nacional Indígena como vocera representante indígena para las elecciones federales de 2018, por lo cual buscó su registro como candidata independiente a la presidencia de la República Mexicana en dicha contienda.
Problemas que cuestan vidas, pero hay ánimo de lucha
Así como existe esa diversidad, agregó, “en el presente existen serios problemas agrarios que van de la mano del despojo de territorios, con la finalidad de instalar mineras, gasoductos o termoeléctricas. Hay una negación de los de arriba para dar solución a los conflictos agrarios.
“Dichos conflictos se dan en ocasiones entre los mismos hermanos, lo que hace posible la introducción de la policía o del Ejército, para asegurar ese despojo. Y cada pueblo tiene su propia lucha ante esa forma de despojo. De ahí que, si bien la resistencia es diversa, hay una similitud en cuanto a las problemáticas”, comentó la defensora de los derechos humanos y médica tradicional.
Es común, puntualizó, que a las comunidades “les dan apoyos o regalos; entonces, el despojo viene disfrazado. Es un problema que está costando vidas, pero también hay el ánimo de seguir resistiendo”.
Un aspecto que deriva de la contaminación ambiental, de los bosques y el agua, continuó la activista, “es que cada vez hay más enfermedades, más difíciles de curar. También hay una presión emocional que tiene que ver con los desaparecidos, encarcelados y asesinados, lo que repercute y perjudica la salud emocional de los pobladores de una comunidad.
“Sabemos que sí hay aguas limpias y bosques sanos, plantas que nos curan, alimentos sin contaminantes, todo eso es bueno para las comunidades. Nuestros antepasados no ocupaban antes de una farmacia, tenían a la mano el alimento y la medicina; lo que provoca la contaminación ambiental es que se dependa de lo de afuera, como conseguir alimentos, agua o medicinas para curarse, por eso hay una lucha permanente por la vida y por el entorno natural. Todo ello es una forma de exclusión identitaria, además de económica, política y cultural.”
Con la moderación de Gabriela Jáuregui, durante la mesa de diálogo del primer Encuentro Internacional de Cátedras Extraordinarias de la UNAM, cuyo propósito es reflexionar sobre la descolonización, también estuvo presente el escritor Juan Villoro, quien explicó que “muchas veces se malentiende cuando los pueblos originarios reclaman el derecho a su territorio, no es una lucha en favor de la construcción de una especie de reserva folclórica, sino de una lucha que implica la preservación de la ecología y nuevas formas de relación comunitaria. El llamado progreso ha aniquilado diversas formas de convivencia y equilibrio con la naturaleza”.
La preservación de la vida humana en el planeta, como comunidad, agregó, “depende de insertarnos en un proyecto común, desde abajo, cuyas problemáticas hoy no están siendo atendidas. Vivimos en un país donde la cuestión central es el despojo y la exclusión”, destacó Villoro.
Jáuregui, durante su participación y como parte de las reflexiones y problemáticas expuestas por María de Jesús Patricio y Juan Villoro, se refirió al comunicado más reciente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) firmado por el subcomandante Galeano, en el que se advierte que “Chiapas está al borde de una guerra civil” (La Jornada, 20/9/21).