No vacilo en afirmar que el profesor y licenciado Eliseo Mendoza Berrueto es uno de los políticos coahuilenses más destacados de éste y el pasado siglo. Baste decir que ha sido senador, líder de la Cámara federal de Diputados, así como del Congreso Coahuilense. ¡Oh tempora, oh mores!, cuando en aquellos ayeres nombres como Vasconcelos, Torres Bodet, Yáñez, Solana, Muñoz Ledo, González Avelar, Barros Sierra, Hiriart, Tello (s),Olivares, Labastida, Pichardo, Castañeda (el digno), Alejo, Ibarra Muñoz, Ojeda, Gómez Peralta, con todas sus reconocidas calidades de honorabilidad, sapiencia, vida proba, conocimientos, capacidades y entrega al servicio público, no lograban compensar la presencia de los facinerosos o los ignaros (¿Y por qué diferenciarlos, si generalmente son los mismos?), que constituían, siempre, la mayor parte de los equipos de gobierno, tanto en el ámbito local como en el federal.
Pues, aunque les parezca extraño y aun insólito, los priístas coahuilenses coincidieron con el criterio presidencial y aclamaron presurosos la candidatura de Mendoza Berrueto. Y no sólo ellos: otros que no lo eran, pues duchos que son en eso de la prospectiva, consideraron –tras rigurosos análisis– que las posibilidades de que el próximo gobernador de Coahuila fuera Eliseo eran muy amplias sobre todo porque, si mal no recuerdo, era candidato único.
Eliseo tuvo el muy amistoso gesto de invitarme a su gira en busca del sufragio en el que debían objetivarse los múltiples gestos que su candidatura había despertado en las diversas regiones que constituyen la entidad. Me pidió que le ayudara en el diseño y conceptualización de la propaganda, actividad que me fue muy grata porque el candidato era hombre de ideas, conocimientos y experiencias muy de la actualidad de esos entonces. El lema que le propuse le gustó a él y también a los ciudadanos: “Eliseo: Los tiempos nuevos. Los buenos tiempos.” En aquellas épocas la propaganda cubría todos los medios, métodos, lugares. Pintábamos no sólo bardas, cercas, vehículos sino hasta cerros. Se utilizaba la prensa, la televisión y la radio para entrevistas, reportajes o los muy cuestionables espots. Los carteles cubrían aparadores y los espectaculares pervertían calles y carreteras.
Por supuesto no se discriminaba el trato y la comunicación personal y, además de los mítines en plazas, parques y calles, se organizaban los recorridos por los barrios populares y se arreglaban visitas domiciliares a las casas de líderes de colonias. Hay dos carteles cuyo diseño presumo. Uno del candidato y su esposa tomados de la mano en diversas situaciones y también del candidato estrechando la diestra (o la siniestra, si eran zurdos) a los diferentes tipos de simpatizantes. Entre las fotografías se insertaba el bellísimo poema de Benedetti, “Te quiero” (Te quiero porque tus manos trabajan por la justicia…). Este cartel se lo arrebataban en las universidades, pero, reconozcamos: más por el poema que por el partido o el candidato.
Del otro póster y lema, Morena nos debe derechos autorales. Se trata de un croquis del territorio de Coahuila en el que estaban inscritos los nombres de los innúmeros coahuilenses que desde los albores (palabra clásica para estas descripciones) fueron actores fundamentales de la construcción de la nación. El lema decía: “¡Tenemos historia! Hagamos historia.”
Seguramente todo esto contribuyó a que el nuevo gobernante me ofreciera la Representación de Coahuila en el añorado DF Como tal, me dormí, pero, al despertar se inició una burocrática pesadilla: el boletín oficial sobre el nuevo equipo de gobierno señalaba: La representación del gobierno en la capital estará a cargo de (este escribiente) y del licenciado Alejandro Sosa.
Las explicaciones del nuevo gobernante fueron imposibles de rechazar y asumí el costo, aunque después agregó: Y no te preocupes por ninguna cuestión económica, administrativa, contable. Plantéasela al licenciado Héctor Díaz, y él te la soluciona. Pasó un buen tiempo y de pronto el gobernante me llama y me dice: “Oye, Marroquín, mi estupendo secretario de Desarrollo Económico, rompió lanzas con todo el mundo empresarial del estado. Voy a relevarlo, porque ya no hay interlocución, pero, como es mi gran amigo y me es de enorme utilidad, lo necesito cerca. Lo adscribiré a la Representación y vas a ver cuánto nos va a ser útil.
La respuesta era obligada y le hice ver que en unos cuantos años, mi encargo se había devaluado 75 por ciento y por eso le presentaba mi renuncia al encargo recibido. El gobernador me dio la razón, pero consideraba que yo era necesario en su gobierno, por lo cual me relevaba del encargo de representante y me designaba su asesor en cuestiones de índole política.
La que sigue fue mi respuesta, es el texto de la única renuncia que recuerdo haber presentado en mi vida y es la que les presentaré la siguiente semana.
Twitter: @ortiztejeda