La exitosa reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) este sábado implica un paso definitivo hacia una verdadera integración latinoamericana, plenamente autónoma e independiente de Washington. La activa participación de los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y de Venezuela, Nicolás Maduro, fue particularmente simbólica, ya que ambos líderes son constantemente calumniados y amenazados tanto por el gobierno de Estados Unidos como por la Organización de Estados Americanos (OEA), encabezada por el impresentable facilitador de golpes de estado, Luis Almagro.
El principio de inclusión universal de los países de la región, sin filias ni fobias ideológicas, es uno de los elementos que más distingue el nuevo espacio de confluencia soberanista. La pluralidad y la democracia interna en la toma de decisiones, sin subordinación a ningún actor interno y mucho menos a algún gobierno extranjero, también enaltece este organismo multilateral encabezado con gran visión por México durante 2020 y 2021.
La intervención que más destacó en el encuentro sabatino fue sin duda la de Maduro. Conciliador pero contundente, el venezolano propuso remplazar la Doctrina Monroe, basada en el principio de “América para los americanos”, con la Doctrina Bolivariana, que postula la unión y la autonomía de los pueblos de América Latina y el Caribe. Maduro propuso la plena institucionalización de la Celac a partir del establecimiento de una robusta secretaría ejecutiva, con sede en México, con el fin de remplazar a la OEA como el principal organismo multilateral de la región.
La intervención del presidente Díaz-Canel también sacudió conciencias al denunciar enérgicamente el estrangulamiento económico y el golpismo político contra la isla. Recordemos que la OEA hipotecó su destino en enero de 1962, cuando, bajo presiones de Washington, expulsó a Cuba por motivos estrictamente ideológicos. Cuba fue declarada “incompatible con el sistema interamericano” por su compromiso con el marxismo-leninismo y su acercamiento con la Unión Soviética a raíz de la fallida invasión orquestada por la CIA en la Bahía de los Cochinos en 1961.
Así que la activa presencia este sábado tanto de Cuba como de Venezuela, que hoy sufre una guerra económica y un embate neoimperial similar al que tuvo que aguantar Cuba en 1961, implica un giro histórico. No habíamos tenido un momento de tanta emotividad en las relaciones interamericanas desde la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en 2008, alianza que hoy se encuentra debilitada por los sabotajes de los gobiernos actuales de Brasil, Colombia y Uruguay.
Ahora bien, si bien no participó ningún representante formal del gobierno estadunidense en la reunión de la Celac, sí contó con un fiel vocero en la persona del presidente de Uruguay, Luis Lacalle, quien reprodujo palabra por palabra las descalificaciones de Washington contra Cuba y Venezuela. Afortunadamente, estas provocaciones no lograron su objetivo de tronar las pláticas, y la reunión progresó sin contratiempos.
Es francamente risible la hipocresía de quienes critican la política interior de Cuba o Venezuela, pero se mantienen con un silencio cómplice en los casos de las graves violaciones a la democracia y los derechos humanos de los gobiernos neoliberales de Colombia y Brasil, por ejemplo. Ningún país latinoamericano tiene una democracia perfecta ni cuenta con autoridad moral para tirar la primera piedra. Es mejor acatar los sabios principios históricos de la Doctrina Estrada de la diplomacia mexicana, de la no intervención y el pleno respeto a la soberanía de los pueblos.
En lugar de destruirse entre hermanos por motivos ideológicos, habría que construir salidas comunes a problemas compartidos. Fueron muy bienvenidas, por ejemplo, las excelentes propuestas presentadas por la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, en favor de una estrategia regional coordinada contra la pandemia y en favor de la reactivación económica.
Urge continuar avanzando con este fructífero diálogo latinoamericano en favor de la justicia y el bienestar. Para ello convocamos a nuestros lectores a seguir por las redes sociales la presentación del nuevo libro del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la máxima casa de estudios, Pos-Covid/Pos-neoliberalismo: propuestas y alternativas para la transformación en tiempos de crisis, que tendrá lugar el 29 de septiembre a las 13 horas (https://puedjs.unam.mx/).
En este libro, editado conjuntamente con Siglo XXI y el Inehrm, dialogan más de 20 autores del más alto prestigio nacional e internacional, incluyendo la misma Alicia Bárcena, así como Boaventura de Sousa, Juan Carlos Monedero, Rafael Correa, Víctor Toledo, María Elena Álvarez-Buylla, Emir Sader y Álvaro García Linera, entre muchos otros, sobre los caminos posibles para salir juntos y fortalecidos después de las múltiples crisis actuales.