La comunidad de naciones latinoamericanas y caribeñas pospuso el sepelio formal de la hedionda cuan golpista Organización de Estados Americanos (OEA, siempre al servicio de los intereses estadunidenses), pe-ro es un hecho que tarde que temprano desaparecerá del escenario regional. Es cuestión de tiempo, por mucho que algunos gobiernos –cada día menos– ganen sus croquetas con manifestaciones públicas en defensa del “ministerio de las colonias”.
Muy lejos quedó la década de los años 70, cuando el entonces secretario estadunidense de Estado, Dean Rusk, regresó a Washington para informar a John F. Kennedy que Cuba “ha sido expulsada” de la OEA, en una “acción que demuestra un profundo sentido de la unidad del Hemisferio”, a lo que el mandatario respondió: “hemos ganado un gran prestigio, para mí y el gobierno estadunidense; mi más grande orgullo y satisfacción por haberlo logrado”.
Y la anterior sólo es una muestra, porque esa ha sido la sucia función de la OEA a lo largo de sus 73 años de existencia; a eso se dedica, a servir al gobierno estadunidense, pero algunos mandatarios regionales gozan siendo gatos del patrón, y esa práctica hay que despacharla al más allá en beneficio de una comunidad de naciones, latinoamericana y caribeña, que requiere de unidad y respeto a su soberanía.
Una crónica de aquellos años narra lo siguiente: “lo que Rusk no reveló a la prensa fue que los cancilleres de las naciones integrantes de la OEA fueron advertidos (amenazados, en realidad) por ese mismo secretario de Estado que la ayuda económica que aspiraban recibir del gobierno estadunidense estaría supeditada al apoyo que brindaran a la aplicación de sanciones en contra de La Habana (expulsión y bloqueo), según revelaciones de The New York Times”, es decir, una vez más la execrable política de garrote y zanahoria, siempre “en nombre de la democracia”, desde luego. Y funcionó: excepto el mexicano, los gobiernos latinoamericanos y caribeños rompieron con Cuba, pero a estas alturas prácticamente todos mantienen relaciones diplomáticas con la isla.
Así, la OEA debe irse por el caño y consolidar a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) como el mecanismo multilateral de la región. Como bien subrayó el presidente López Obrador, “puede convertirse en el principal instrumento para consolidar los nexos entre nuestros países y alcanzar el ideal de una integración económica con Estados Unidos y Canadá en un marco de respeto a nuestras sobe-ranías, es decir, construir en el continente americano algo parecido a lo que fue la comunidad económica que dio origen a la actual Unión Europea. Se trata de ir hacia la modernidad, pero forjada desde abajo y para todos, con el criterio de que el progreso sin justicia es retroceso.
“Este ideal puede volverse realidad si pen-samos y acordamos sobre tres cuestiones básicas: no intervención y autodeterminación de los pueblos; cooperación para el desarrollo y ayuda mutua para combatir la desigualdad y discriminación. En el terreno político podemos comprometernos a respetar las decisiones internas de los pueblos y que ningún gobierno se arrogue la facultad de someter a otro país bajo ningún motivo, causa o pretexto, o mediante la utilización del dinero, la propaganda, las sanciones económicas y diplomáticas, o el uso de la fuerza”.
En materia económica López Obrador propuso algo “sencillo”, para una comunidad de naciones con PIB conjunto cercano a 5 billones de dólares: reactivación en nuestro continente “para producir en América lo que consumimos. Las ventajas son muchas. Entre otras, contamos con fuerza de trabajo; hay buen desarrollo tecnológico, somos un continente rico en recursos naturales, con amplia diversidad cultural y existe suficiente demanda de mercancías en nuestros mercados. Sólo se requiere una planeación conjunta con la participación de organismos como la Cepal, el BID (cuyo presidente, Mauricio Claver-Carone –un halconcito del Departamento de Estado–, casualmente visitó Uruguay y Paraguay poco antes de la Cumbre de la Celac, y se conocen los resultados) y otros. Es el momento de terminar con el letargo y plantear una nueva y vigorosa relación, de sustituir la política de bloqueos y de malos tratos por la opción de respetarnos, caminar juntos y asociarnos por el bien de América, sin vulnerar nuestras soberanías”.
Las rebanadas del pastel
¡Gracias!, madre natura. Libramos este 19 de septiembre.