Las cuatro guerras en el sitiado territorio de la franja de Gaza entre 2008 y 2021 han cobrado las vidas de 4 mil 179 civiles y dejado heridas a 19 mil 425. El total de pacientes que han requerido amputaciones es el resultado directo del conflicto con Israel y su número es actualmente de 536.
El doctor Nabeel Al Shawa, consultor en cirugía ortopédica, ha trabajado en Gaza desde 1978 y recuerda su experiencia en el conflicto de 2008, la primera contienda en ese territorio, cuando trabajó como médico en el terreno. “Recuerdo que cuando comencé mi turno en el hospital de Shifa, en la ciudad de Gaza, ya había 400 víctimas en las salas de emergencias y accidentes. Muchos yacían en los pasillos, muertos”.
En la primera guerra de Gaza, en 2008, murieron mil 436 personas; 225 de ellas en el primer día. Otras 5 mil 200 resultaron heridas. “Me considero un hombre religioso, con una gran fe en Dios”, relata Al Shawa. “Sin embargo, me encontré en la inimaginable posición de tener que actuar como Dios, clasificando a los pacientes según su gravedad, y pasar por la agonía de decidir cuáles de ellos sobrevivirían y quiénes iban a morir”.
Durante sus primeras 24 horas de servicio, el doctor Al Shawa supervisó 19 amputaciones.
En esa misma guerra, Mohammed Zidane, de 41 años, paramédico del departamento de bomberos de Gaza, también se familiarizó con la toma de decisiones que cambian vidas. Entró a un infierno dentro de una torre residencial de 12 pisos que había sido bombardeada en la zona de Maquosi, en el noroeste de Gaza, para evacuar a quienes estaban atrapados o lesionados.
“Logramos llegar al noveno piso y estábamos evacuando a una pareja de ancianos cuando otro proyectil impactó en el edificio”, explicó. “Todo lo que puedo decir es que fui a trabajar con dos piernas y terminé mi turno sólo con una. Nunca imaginé que me convertiría en un amputado. Ha cambiado mi vida”.
La fascinación humana con la guerra, la muerte y la información negativa intensa es común, pero ¿qué atención se da a quienes quedan gravemente heridos en un conflicto y qué apoyo se les brinda para ayudarlos a reconstruir sus vidas?
Abdel Rahim, de 62 años, también estaba en el trabajo cuando se convirtió en un amputado. Repartía bombonas de gas en un vecindario en 2012, año de la segunda guerra de Gaza. El proyectil de un tanque cayó en una casa cuando él ibapasando.
Explica: “La inseguridad de Gaza en el conflicto ha creado una inestabilidad aguda. Con el desempleo en casi 70 por ciento, las oportunidades para alguien con discapacidad severa son limitadas o inexistentes”.
Olvidados
La brutal realidad es que muchos gazatíes heridos en el conflicto luchan por mejorar sus vidas, pero son relegados a la oscuridad y los rincones de la sociedad. Al final, quedan profundamente traumatizados, en la pobreza y olvidados.
El hospital Hamad Bin Khalifa fue terminado en 2019 y es financiado por el Fondo de Qatar para el Desarrollo (QFFD, por sus siglas en inglés), que diseña, fabrica y da mantenimiento a las más avanzadas prótesis, que se donan a quienes han sido heridos en el conflicto, en un accidente o nacieron con defectos congénitos.
El director general del QFFD, Khalifa bin Jassem Al-Kuwari, explica: “Nuestro compromiso para dar asistencia al pueblo de Gaza, que en su mayoría vive día a día con los más estrechos márgenes, permanece inamovible. El cuidado a los pacientes es parte de un compromiso aún mayor hacia los gazatíes, incluyendo a quienes han resultado heridos en el conflicto; fomentamos en ellos resiliencia y los proveemos con los derechos humanos más básicos, que comúnmente están al alcance de tantos”.
Las instalaciones, que costaron 16 millones de dólares, son de primer nivel y cuentan con áreas de rehabilitación, fisioterapia, neurología y audiología, y en ellas se han fabricado más de 200 miembros prostéticos financiados por el hospital. Adicionalmente, hay equipos de apoyo sicosocial que están a disposición de cada beneficiario y trabajan para mejorar su bienestar emocional.
Históricamente, los amputados de Gaza han sido tratados en el Centro de Miembros Artificiales y Polio de Gaza (ALPC, por sus siglas en inglés) o han recibido prótesis más avanzadas fuera del enclave, en centros de Europa, Canadá o Estados Unidos, con costos que llegan a 120 mil dólares por paciente.
Los viajes al extranjero fueron un desafío para pacientes que buscan permiso para dejar la franja, lo mismo que dar mantenimiento a prótesis creadas en otros países que eran devueltas al territorio bajo estrictos controles, debido a que muchos de sus componentes figuran en la lista de materiales restringidos por su “uso dual” (N. de la T: materiales que, en teoría, pueden ser usados para fabricar de armas o explosivos).
“Nuestras prótesis están construidas con los materiales más fuertes y ligeros posibles, como titanio y fibra de carbono, y usan las articulaciones más sofisticadas que existen en el mercado”, indicó Ahmed Al Absi, jefe del departamento de prótesis del hospital Hamad. “La clave es diseñar cada prótesis para que se adapte al estilo de vida o profesión aquí en Gaza, sin que el paciente tenga que viajar”.
Ahmed Saeed al Najar, amputado de 28 años en la tercera guerra de Gaza en 2014, estaba ayudando a familias a llegar a zonas seguras de Rafah, en el sur del territorio, cuando un cohete lanzado desde un dron atravesó el techo de su taxi y estalló. Seis pasajeros iban con él. Tres quedaron mutilados, incluido su mejor amigo, Saher.
Al Najar, rescatado de su auto destruido, sufrió quemaduras en gran parte del cuerpo y perdió el ojo derecho debido a heridas de metralla. Además, la explosión le arrancó la pierna derecha desde la mitad del muslo.
“Me cambió la vida”
Su nueva prótesis, obra del hospital Hamad, “me ha cambiado la vida”, dice. “Me permite conducir una motoneta, ganarme el sustento y así mantener a mi familia como repartidor.”
Además de las víctimas de las cuatro guerras de Gaza, están las de las manifestaciones de la Gran Marcha del Retorno, que tuvieron lugar entre marzo de 2018 y noviembre de 2019 y se saldaron con 316 muertos, 19 mil 464 heridos y 143 amputados.
En mayo de este año, 67 niños figuraron entre los muertos en la cuarta guerra de Gaza, que dejó además 685 heridos. Saleh Hmid, de seis años, iba por la calle tomado de la mano de su padre a comprar pan cuando un cohete antipersonas lanzado desde un dron le amputó la pierna. Ese tipo de proyectiles están diseñados para mutilar o matar, normalmente por decapitación.
Saleh recibirá la primera de una serie de prótesis que necesitará a lo largo de su vida. Éstas son sus aspiraciones: “Espero que algún día pueda hacer todas las cosas que me gustaban, como jugar futbol con mis hermanos y mis amigos, nadar y correr en la playa”.
Muchos amputados han tenido la fortuna de que se les brinden prótesis muy avanzadas que les han permitido reconstruir sus vidas y volver a tener una sensación de normalidad, pero las cicatrices de la guerra permanecen en no pocos.
“Muchos de nosotros, que hemos resultado heridos en la guerra, estamos atrapados entre la vida y la muerte y sufrimos más que los que han perecido”, lamenta Abdel Rahim. “Para los gazatíes, sólo en la muerte se puede experimentar la paz”.
A pesar de la indignación por estar atrapados en la delgada franja de tierra que corre a lo largo de la costa del mar Mediterráneo con ínfimas perspectivas, incluidos quienes han resultado lesionados en el conflicto, los habitantes de Gaza están golpeados, pero no derrotados.
Sin importar los años de pérdidas, luchas y sacrificio, no esperan la conmiseración del mundo, pero sí piden ser escuchados y, como dice Mohamed Eliwa, quien resultó amputado en la Gran Marcha del Retorno: “Sólo queremos que el mundo nos vea”.
Las amputaciones son la evidencia de la inhumanidad del hombre hacia el hombre. Las prótesis son la prueba de la preocupación hacia los demás, si bien no justifican la maldad enorme, aun cuando dan esperanza.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca