La compañía de danza contemporánea Óscar Ruvalcaba estrenó Periferia, pieza que elabora una imagen metafórica y poética del cuerpo a partir de la reciente experiencia del confinamiento. “Más que un testimonial, es una obra que nos permite tender un puente hacia el futuro”, explica el coreógrafo.
“Hay toda una gama de vivencias y experiencias fundamentales para mí que solamente se pueden obtener a través del cuerpo en libertad, poder abrazar, entrar en contacto con otros cuerpos y establecer diálogos.”
El montaje se presenta en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) en forma presencial y “no es una obra intelectual o difícil de comprender. Hace mucho énfasis en lo visual y es la parte emocional la que involucra con puntos comunes para relacionarnos con ella”, agregó Ruvalcaba.
El centro de la reflexión sobre el escenario yace en la transformación del reciente año, en una experiencia que no anticipábamos y de repente el cuerpo se convirtió en una amenaza: tocar, abrazar, besar, pueden ser el inicio de una tragedia. “Sabíamos de personas en las prisiones que habían hecho cosas muy terribles, o en los hospitales, donde no podían tener contacto, estaban encerrados. De repente todos nos vimos en esa situación”.
Periferia nació del momento tan crucial que seguimos viviendo como sociedad e individuos, cuando de repente el cuerpo se vio confinado, sin saber cuánto duraría esa situación y con mucha incertidumbre. “Cosas que pensábamos inherentes, como respirar, comer, sonreír, cualquier cosa que hacemos por naturaleza ya no suceden”.
Desde finales del año pasado el bailarín y director de la compañía comenzó a trabajar en la creación escénica en la que participan seis intérpretes. Ha sido un reto, con precaución en la vida personal y en el trabajo. Si bien fue factible durante un tiempo trabajar en casa, describe, las herramientas resultaron insuficientes. “Hay un momento en el que se vuelve sumamente difícil, porque hay todo un rango de experiencias que no tienes. Ha sido complicado, pero también he crecido como coreógrafo; ha sido un momento de renovación como artista”.
Necesidades compartidas
Durante las funciones programadas en el teatro Raúl Flores Canelo del Cenart, cada bailarín ocupa un espacio, no hay contacto entre ellos, es una especie de reunión de Zoom, “en la que todos estamos juntos en la pantalla, mas no físicamente.
“Es una metáfora de la obra, en la que cada quien narra su historia común, la que hemos vivido en este momento, porque todos hemos visto la necesidad de los otros, del contacto y de comprender el lugar que ocupa nuestro cuerpo en la vida cotidiana. Aún hay muchas preguntas; seguimos en la periferia de muchas cuestiones que todavía no se resuelven. Esta obra va sobre eso.”
Este rencuentro con la corporalidad mediante la danza tiene a la música como detonador, un mero acompañante, porque Ruvalcaba parte del movimiento y del mensaje que necesita dar. Una vez que está claro, llegan los elementos sonoros que podrían enmarcar la obra. En este caso, ha creado un paisaje sonoro para el gran cuerpo de la obra con elementos como sonidos de lluvia o sampleos: “Hago un entramado”.
La temporada de Periferia concluye hoy con una función a las 18 horas. Los bailarines aparecen traslúcidos, mientras el centro es ocupado por una rosa, un alcatraz o un tulipán, “porque la poesía y la danza nos salvan”, explican en el texto que presenta la pieza.
Óscar Ruvalcaba describe que “la flor es símbolo del florecimiento de la naturaleza, el cuerpo también tiene que seguir floreciendo, tener su ciclo natural. Pero en este momento no sabemos bien cómo, nos sentimos difusos por esta naturaleza que no habíamos considerado antes. Nos damos cuenta de que el cuerpo tiene muchos más códigos, por eso hay que honrarlo y ayudar a que siga floreciendo”.
Como artista de la danza ha sido más fuerte la percepción de que el cuerpo está siendo revalorado. “He pasado horas enteras sentado frente a una computadora, he dado clases enteras en Zoom y acabo agotadísimo, de una manera que nunca había vivido”.
Entonces, “surgieron vivencias que no quiero desechar, si bien fueron difíciles. No quiero pretender que nada pasó, ha sido valioso en muchos sentidos: me ayudó a ubicar mi cuerpo y su necesidad”.
La segunda temporada de la obra se realizará del 25 al 28 de noviembre, también en el teatro Raúl Flores Canelo del Cenart (Tlalpan y Churubusco, colonia Country Club).