La directora española Icíar Bollaín impacta en San Sebastián con su nueva película, Maixabel. Siempre atenta a las relaciones humanas y sus disfunciones, vuelve la también actriz a inspirarse en una historia real, esta vez la de Maixabel Lasa, viuda del político Juan María Jaúregui asesinado por la organización vasca ETA, quien con el tiempo accedió a escuchar el arrepentimiento de aquellos que dispararon a muerte a su marido, interpretados respectivamente por Blanca Portillo y Luis Tosar. Generosa y comunicativa, Bollaín conversa en exclusiva con La Jornada, en el Hotel María Cristina.
–¿Cómo te sientes al presentar, precisamente aquí en San Sebastián, esta historia tan dura, conmovedora, pero al mismo tiempo liberadora, cuando todavía queda tanto dolor entre las víctimas en el País Vasco?
–Pues la verdad es que ha estado en las mentes de todos el presentarla aquí, aunque las fechas de rodaje y demás siempre varían. No teníamos ni idea de que sería en la Selección Oficial, para eso hay un comité de selección. Pero sí, presentarla en el contexto del festival, porque es una historia de aquí. Es cierto que también es universal, que se puede dar en cualquier sitio, pero de aquí son los protagonistas. También hay una voluntad de la película de contribuir en lo posible a la convivencia. Ese es el mensaje que Maixabel da y la motivación de ir a sus encuentros. El construir cosas positivas, desde el dolor y desde la pérdida que es irreparable, hasta el diálogo, el escucharse y ponerse en el lugar del otro.
–Tanto los dos miembros de ETA como Maixabel y allegados viven como en su propio círculo. Tú has logrado con tu cine crear un puente de unificación. ¿Que deberían hacer las víctimas de este dolor para lograrlo?
–Estoy contando una cosa que sucedió. Y es fundamental el hecho de contar esta historia que es un suceso real. Si te la inventas no tiene la misma trascendencia, porque se te ha ocurrido a ti. Pero aquí estas personas hicieron esto y es muy inspirador. No hay que esperar de todo el mundo que haga lo mismo. No es legítimo pensar que el que lo hace es mejor que el que no lo hace. El dolor de las víctimas es tremendo y nadie está obligado, ni es mejor por hacer esto. En el caso de Maixabel es porque es una mujer que tiene unas condiciones, unos principios y sobretodo una serenidad admirables. Ha hecho un duelo de una manera muy profunda y no tiene odio. Está en una situación en la que cree en las segundas oportunidades y tiene la capacidad de darla. A mí me parece asombroso, darle una segunda oportunidad a la persona que más daño te ha hecho… Pero Maixabel es así. Y, por otra parte, son muy pocos los que han hecho eso en este camino, que lleva al cambio de estos hombres. La inmensa mayoría de las personas de ETA no se han desmarcado de la banda, no ha reconocido el daño causado. De los 800 presos que llegó a tener el grupo, solamente veintitantos se acogieron a lo que llamaron “la vía Nanclares” (el nombre de una de las prisiones donde cumplen condena presos de ETA) que era justamente este reconocimiento del daño causado. Y de esa pequeña minoría, sólo pocos se prestaron a los encuentros con los familiares de sus víctimas. Es una cosa muy poco representativa, pero algo muy importante. Porque se dio y porque supone una esperanza en la posibilidad del entendimiento entre las personas, a pesar de lo que ha ocurrido entre ellas.
–Definitivamente es muy difícil enfrentar el dolor viéndoles a los ojos, como hizo Maixabel. ¿Cómo se involucró ella en el proyecto?, ¿estuvo en el rodaje?
–Si. Ella es una persona de una fortaleza como pocas. Ayudó muchísimo a crear el personaje y, además, mantiene este mensaje implícito esperanzador, porque el fin es que haya un entendimiento y una convivencia. Y está siempre muy abierta al diálogo. Durante la escritura del guion, Isa Campo también la llamó un montón de veces. Antes de preparar la película, fui a su casa varias veces, vino al rodaje... Al tenerla lista, fue la primera en verla terminada. Están sus propios amigos en algunas escenas, los amigos en común de ella y su esposo Juan Mari, y todo esto sin poner ninguna condición de nada. Siempre generosa, desinteresada.
–¿Cómo logró la actriz Blanca Portillo tal semejanza física y emocional a Maixabel?
–Es un portento de actriz. El físico le ayudo, el pelo corto canoso y su piel blanca. Pero más allá de eso, Blanca hizo una profunda inmersión en el personaje. No sólo lo que cuenta la película, también habló con muchísimas personas antes de estar aquí para poder acceder a esto. Luego se zambulló en Maixabel, en su personalidad, ya que tiene una capacidad enorme de comunicar, de transmitir emociones y de interpretar con verdad esas experiencias tan extremas. Es muy difícil meterse en la piel de alguien que ha vivido todo eso. Y Blanca lo hace.
–¿Cómo crees tú que los espectadores, sobre todo locales, que han vivido estas historias durante más de cinco décadas, vayan a acoger esta película que vuelve a tocar un tema tan duro?
–Será muy impactante. Estamos hablando de una realidad que conocen obviamente, pero que no deja de ser dolorosa. Creo que a nivel personal, tiene un efecto catártico, porque hay muchas cosas de las que todavía cuesta hablar, pero se ven en la película, y eso remueve mucho las conciencias. Para bien, creo. Impactará porque todos lo hemos vivido desde un lado o de otro, y está contada con verdad, la mayor verdad que hemos podido. Tiene esa fuerza.
Maixabel es una mujer admirable. Tú, una destacada directora. Las mujeres en el cine pisan fuerte este año, sin duda. ¿Cómo ves este nuevo delineamiento del cine, hoy por hoy?
–Creo que por fin nos hemos dado cuenta de que el cine hay que contarlo entre todos. Y que si no es así, relatado por todas las voces, entonces no es un cine diverso. Sí hay mucha más presencia femenina, tanto en los festivales como en todas partes, y es una buenísima noticia. Sucede además que las directoras y las guionistas, generalmente nos fijamos en historias de mujeres, una cosa natural, al igual que los hombres se fijan en historias de hombres. Esto hace que nosotras contemos relatos que de alguna manera representan de una forma más real a la mujer y esto es muy importante.
–Sin embargo, desde esta edición del festival, se han eliminado los géneros en los premios de interpretación…
–Pues no es la situación ideal, que sí sería tener la misma cantidad de personajes fuertes masculinos que femeninos. Que resaltemos los personajes femeninos fuertes de los masculinos es una gran idea. Pero no estamos allí todavía. Hablamos de que es una gran novedad que haya más presencia femenina en la dirección y en el guion, pero todavía no estamos en igualdad de número. Entonces creo que siendo una buena idea, es muy temprano. Puede que dé un lugar de menos prestigio para las actrices. Me da un poco de pena. Tener un espacio claro y sin competición para que el trabajo de las actrices se prestigie y se vea, me parece un poco pronto. Estaremos pendientes.