Por llegar un día tarde me perdí las proyecciones de Un segundo, la nueva realización de Zhang Yimou, y también Maixabel, de la española Iciar Bollaín. En cambio, sí alcancé la función de Competencia oficial, la más reciente comedia de los argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn, que inauguró la sección Perlas.
Según sugiere el título, la película se pregunta si se puede hacer cine de prestigio bajo consigna. Un millonario con deseos de trascendencia se decide a financiar una película de arte. Para ello contrata a Lola Cuevas (Penélope Cruz), una pretenciosa realizadora y a dos actores opuestos: una estrella popular (Antonio Banderas) y un maestro de la actuación teatral (Óscar Martínez). Ella decide adaptar una novela sobre dos hermanos en pugna y se empeña en enfrentar a sus respectivos intérpretes.
El gracioso enfoque satírico de su anterior El ciudadano ilustre (2016) se repite con menos fortuna en este caso, pues los cineastas desgastan demasiado la premisa de la lucha de egos y el enfrentamiento de voluntades. Es como si Duprat y Cohn se burlaran de su propio esfuerzo. Al grado que se preguntan en voz de Lola “¿cuándo termina una película?” ante la evidencia de que ellos mismos no supieron cómo hacerlo.
Por su parte el británico Terence Davies había sido un sensible cronista gay de su niñez y juventud mediante realizaciones que recreaban los sentimientos, la música y el cine de su época. Hacía mucho no había visto una película suya, así que su reciente Benediction ( Bendición) prometía ser una digna competidora. No es que esté mal, pero recuerda demasiado a las producciones mucho más convencionales de Merchant & Ivory.
Basada en la vida del para mí desconocido poeta inglés Siegfried Sassoon (Jack Lowden, en su juventud), la película describe su militancia antibélica, pues el hombre combatió en la primera guerra y fue un apasionado opositor a la participación de su gobierno en el conflicto. Es también cuando descubre “el amor que no se atreve a decir su nombre”. O sea, es un homosexual reprimido al grado de casarse con una mujer y procrear un hijo.
Gran parte de Benediction se emplea en mostrar los amoríos de Sassoon con diferentes galanes, sobre todo el amor de su vida, el promiscuo y pedante actor Ivor Novello (Jeremy Irvine). Es hasta el final, cuando el protagonista envejece (y es interpretado por Peter Capaldi) que la historia adquiere gravedad cuando se descubre amargado y traidor de sus ideales.
Pero el horror del día fue la coproducción belga-franco-británica Earwig, dirigida por Lucile Hadzihalilovic, quien resulta ser la esposa de Gaspar Noé. Dios los crea. El problema es que no emula a su marido, sino parece haber quedado obsesionada con el David Lynch de la segunda temporada de Twin Peaks. Así, también pretende el tono pesadillesco, pero se queda en el mal sueño.
Toda filmada en penumbra, la película supuestamente trata sobre una niña con dientes de hielo y el científico loco que crea sus prótesis dentales. En realidad, nada tiene sentido sin llegar a ser inquietante. En cambio, es tediosa e irritante. No faltarán los exégetas que construyan un culto alrededor de esta basura.
El público donostiarra es tan respetuoso que muy pocos abandonaron la sala ante Earwig. Al final, hasta hubo aplausos de cortesía.
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