Washington. El secretario de Estado Antony Blinken enfrentó ayer una segunda jornada de duro interrogatorio en el Congreso acerca del caótico retiro de las fuerzas estadunidenses de Afganistán, mientras la administración del presidente Joe Biden busca mitigar las críticas de la guerra más larga de Estados Unidos.
Ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Blinken trató de desviar una nueva andanada de preguntas de legisladores demócratas y republicanos coléricos acerca de la operación que dejó como resultado la ocupación total del país centroasiático por el Talibán y dejó varados a ciudadanos estadunidenses, residentes legales y afganos en riesgo.
Un día antes los legisladores del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara le expresaron su preocupación por el manejo del Departamento de Estado del esfuerzo para evacuar a estadunidenses y afganos en peligro, y otros elementos del colapso del país.
“Señor secretario, la ejecución de la retirada de Estados Unidos fue clara y fatalmente defectuosa”, sostuvo el demócrata Bob Menéndez, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, quien respalda en general la política exterior de Biden.
“Este comité espera recibir una explicación completa de las decisiones de esta administración sobre Afganistán desde que asumió el cargo en enero pasado. Tiene que haber responsabilidad”, aseveró.
James Risch, el republicano de mayor jerarquía del comité, criticó en la misma línea que “el retiro fue un fracaso total”. Acusó al gobierno de “ineptitud” que costó a Estados Unidos desprestigio internacional, provocó un ataque mortífero en el aeropuerto de Kabul y dejó a muchos desamparados.
Tal como lo hizo el lunes, Blinken sostuvo que el gobierno de Biden hizo lo mejor que pudo en circunstancias en extremo difíciles y caóticas. Culpó a la administración de Donald Trump por el acuerdo de paz alcanzado con el Talibán en febrero de 2020 que, señaló, dejó a Biden maniatado, así como el veloz e inesperado derrumbe del gobierno afgano y sus fuerzas de seguridad que permitieron al Talibán retomar el poder el 15 de agosto. “Heredamos un plazo, no heredamos un plan”, lamentó Blinken.
“Ni siquiera las evaluaciones más pesimistas pudieron predecir que las fuerzas del gobierno en Kabul se derrumbarían mientras permanecían las fuerzas estadunidenses”, afirmó Blinken, y aseguró que “estaban enfocados en lo que sucedería después de que se retirara Estados Unidos, de septiembre en adelante”.
Argumentó que el retiro y el fin de la guerra más larga de Estados Unidos fue “lo correcto” al cabo de 20 años. Señaló que a pesar de las dificultades, Estados Unidos y sus aliados lograron sacar de Afganistán a unas 124 mil personas.
En su comparecencia del lunes ante los congresistas, el jefe de la diplomacia estadunidense había dicho que “no hay evidencia de que quedarse más tiempo hubiera hecho que las fuerzas de seguridad o el gobierno afganos fueran más resistentes o autosuficientes”.
En un texto que el funcionario ya llevaba preparado, aclaró que la planificación previa hizo posible cerrar la embajada en 48 horas, asegurar el aeropuerto y comenzar las evacuaciones en 72 horas.
Pide más “generosidad” a Washington
Mientras, desde Kabul, los talibanes agradecieron la ayuda de mil 200 millones de dólares prometidos por la comunidad internacional, tras una reunión de urgencia el lunes en la Organización de Naciones Unidas, y exhortaron a Washington a mostrarse más generoso, luego de que aportó 64 millones. La nación se encuentra paralizada a nivel económico, sobre todo por la interrupción de los flujos financieros desde el extranjero, imprescindibles para un país devastado después de más de 40 años de guerras y crisis humanitarias.