Los efectos de la crisis financiera desatada por la quiebra del banco de inversión estadunidense Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008, que sacudió al mundo y produjo una recesión, no se han ido del todo y 13 años después, ahora con la emergencia a raíz de la pandemia de Covid-19, las clases trabajadoras fueron nuevamente las víctimas del derrumbe económico.
Al cierre de octubre de 2008 había 14 millones 564 mil 570 trabajadores inscritos ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), para mayo de 2009 sumaron 13 millones 868 mil 132; es decir, se habían perdido 696 mil 438 empleos formales. Asimismo, entre marzo y abril de 2020 casi 13 millones de personas ocupadas –entre formales e informales– perdieron su trabajo.
De acuerdo con la Secretaría de Hacienda, la recuperación de los empleos formales después de la gran recesión económica de 2008-2009, que se gestó en Estados Unidos con la crisis hipotecaria y la quiebra de Lehman Brothers, tardó poco menos de dos años y con la crisis sanitaria por la pandemia cerca de año y medio.
“Con las cifras ajustadas de agosto se observa que ya se han recuperado casi todos los empleos formales privados (IMSS) que se perdieron durante el confinamiento (marzo-mayo 2020). Esta recuperación fue más rápida que en las grandes crisis anteriores (1994-95, 2008-09)”, afirmó Gerardo Esquivel, subgobernador del Banco de México (BdeM) en su cuenta de Twitter.
Jesús Rubio, profesor investigador en el Colegio de la Frontera Norte (Colef), explicó que la precariedad del empleo se da después de vivir una severa crisis; no obstante, el porcentaje de trabajadores ocupados en México que ganan hasta dos salarios mínimos (seis de cada 10) se ha incrementado de manera acelerada en los últimos 14 años, mientras el número de los que perciben más de cinco salarios mínimos es cuatro veces menor, siendo la población femenina la más afectada.
Hace 13 años, el gobierno de Estados Unidos se negó a ofrecer de nuevo dinero público para “rescates”. El resultado fue que el cuarto banco de inversión más grande de Estados Unidos, con 158 años de historia y más de 16 mil empleados, se declaró en bancarrota (con una carga de 60 mil millones de dólares en préstamos hipotecarios incobrables). Ahora, una pandemia, que aún no termina, volvió a dejar a las clases trabajadoras nuevamente mal paradas y con distorsiones en el incremento de precios al consumidor.
El dinero barato
La crisis hipotecaria que había surgido del segmento subprime en Estados Unidos (créditos con alto riesgo de impago) era ya un fenómeno global en septiembre de 2007 y la caída de uno de los mayores bancos de inversión un año después lo confirmó, dando paso a la Gran Recesión y a una década de estímulos monetarios extraordinarios. Casi 15 años después los bancos centrales tuvieron que repetir la medicina monetaria para paliar la crisis sanitaria.
Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics, explicó que después de la crisis global de 2008-2009, la economía mundial se recuperó incluso superando sus niveles de actividad precrisis (2007) y reportando una expansión. Desafortunadamente, esa expansión fue arruinada por la crisis de Covid-19.
“El uso excesivo y prolongado de las políticas expansionistas han abierto fallas en la estructura de los mercados y en el comportamiento de consumidores e inversionistas, quienes se han acostumbrado a pedir siempre más. Esto ha hecho que los estímulos de política hayan perdido cierta efectividad y que mercados y agentes económicos cada vez demanden más apoyos”, aseveró Coutiño.
Para Adrián Muñiz, analista de economía nacional de Vector Casa de Bolsa, a los agentes económicos les falta mucho por entender sobre los mecanismos de política monetaria en condiciones extraordinarias, como pasó en 2008 y en la crisis de Covid- 19.
“Las políticas económicas deben estimular la economía con herramientas ultraexpansivas; es decir, inyectar liquidez mediante la compra de bonos o bajar las tasas de referencia con el fin de evitar choques. En la crisis de 2008 y la de la pandemia no se sabía de su duración y magnitud. En el caso del Covid, por su parte, no todos los sectores económicos están reabiertos porque la pandemia sigue, de ahí que las políticas que se pusieron en marcha todavía son necesarias.
“Ya se le metió mucho dinero a las economías, principalmente a las industrializadas, y rebotan tanto por temas de comparación, como de crecimiento, pero eso va a traer consigo presiones inflacionarias, tanto del lado de la demanda como de la oferta, debido al desfase que hay entre ellas, por lo que se tendrá que bajar el ritmo de crecimiento para moderar la inflación. Aún se sigue aprendiendo de las crisis”, describió Muñiz.