“Yo no ladro mucho, pero sí muerdo”, advierte con malicia Saúl Canelo Álvarez un día antes del 15 de septiembre, esa fecha simbólica por las Fiestas Patrias en México y también porque el boxeo de este país se lo ha apropiado como una cita tradicional con momentos inolvidables.
Canelo habla desde el gimnasio en San Diego, California, con la tranquilidad que le prodigan sus más recientes éxitos. Ha ganado tres de los cuatro cinturones de peso supermedio, posee los títulos del CMB, OMB y AMB. El tercero lo consiguió apenas en mayo ante el inglés Billy Joe Saunders, un bravucón que erró de estrategia al elegir la provocación y recibir como respuesta una derrota escalofriante que le dejó el rostro fracturado.
Seis meses después, el 6 de noviembre en el MGM de Las Vegas, Álvarez buscará el cinturón que le falta, el de la FIB que defiende Caleb Plant, quien ha empezado a atizar en la guerra de provocaciones. Canelo dice que prefiere callar por el momento, o no “ladrar”, según sus palabras.
Quiere dominio absoluto de la división
“Caleb habla mucho, pero lo que diga se lo voy a cobrar el 6 de noviembre”, amenaza.
El pelirrojo tiene otra ambición en foco. Busca convertirse en uno de los pocos peleadores que han dominado una división en el boxeo. Desde que se consagraron los cuatro organismos –AMB, CMB, FIB y OMB–, sólo siete púgiles los han reunido todos, cuatro hombres y tres mujeres que lograron la denominación de campeonato indiscutible. Ningún mexicano está entre ellos.
“Seré el único peleador en ganar todos los títulos en peso supermedio y uno de los pocos en la historia del boxeo que lo ha conseguido”, comenta; “ser el primero en distintos temas es algo que me motiva y quiero seguir haciendo historia”.
Canelo se ha convertido en el rival que todos quieren derrotar. Y una de las estrategias más usuales es tratar de hacerlo perder la cabeza, lograr una cuota suficiente de afrentas para ofuscarlo sobre el cuadrilátero. Pero el tapatío hace tiempo que demuestra frialdad y un trabajo estratégico bien definido y del cual es difícil moverlo.
Emoción e inteligencia
“Mis emociones las pongo arriba del cuadrilátero y he aprendido a soltarlas con inteligencia”, explica Canelo; “ la experiencia de todos estos años me enseñó a tener paciencia: sé convivir con el sentimiento de querer arrancarle la cabeza a mi rival, pero al mismo tiempo sé que debo hacerlo de acuerdo a mis planes”.
Mientras tanto, Plant aprovecha cualquier oportunidad para lanzarle algún dardo. Si dio positivo en un control antidopaje Óscar Valdez, integrante del equipo del Canelo, entonces acusa de tramposo al mexicano; si le señalan que el pelirrojo es poseedor de tres de los cuatro cinturones en disputa, el estadunidense revira que no importa, que no es invencible y lo demostrará el 6 de noviembre.
Saúl sólo sonríe ante las bravuconadas. Pide que se recuerde lo que ha demostrado y ahí pueden comprobar que cuando muerde, lo hace muy fuerte.