La ivermectina es uno de los medicamentos más utilizados en el manejo de Covid-19, aunque no existe evidencia científica sobre su eficacia y, de hecho, en México la Secretaría de Salud (Ssa) no la recomienda. Paradójicamente, a escala global, casi una tercera parte de las personas con la infección lo han consumido, de acuerdo con el monitoreo realizado por el Fondo de Tratamiento Temprano de Covid-19 (CETF, por sus siglas en inglés).
Alfonso Dueñas, investigador biomédico en cáncer, resaltó que hay una gran cantidad de información obtenida de meta-análisis, donde queda claro que “la ivermectina reduce la estancia hospitalaria y la mortalidad por Covid-19”.
Pero lo que está detrás de las políticas que rechazan o desalientan el uso de este medicamento son los intereses comerciales de la industria farmacéutica, pues es “más rentable” investigar sobre productos innovadores de alto costo, que un producto como ivermectina, antiparasitario de bajo costo descubierto en 1975.
El investigador de los institutos Nacional de Cancerología y de Investigaciones Biomédicas de la UNAM reconoció que no se ha realizado un ensayo clínico formal que aporte evidencia científica sobre sus beneficios.
Dueñas destacó que los estudios de este tipo son el “estándar de oro” para evaluar la eficacia de los medicamentos y son la referencia que utilizan las autoridades de los países y organizaciones internacionales, como la Mundial de la Salud (OMS), para la toma de decisiones y emitir recomendaciones.
También advirtió que los ensayos clínicos están sujetos a intereses económicos, pues sólo algunos reciben financiamiento de las empresas y se pueden llevar a cabo. Además, “es frecuente encontrar que la industria farmacéutica diseña estudios con sesgo para que su producto en estudio se muestre eficaz”.
En el caso de la ivermectina, es un compuesto químico descubierto en 1975 por los investigadores Satoshi Ōmura, de Japón, y el estadunidense William Campbell. Lograron un antiparasitario de uso veterinario y a partir de 1987 se aprobó su uso para combatir la oncocercosis (ceguera de los ríos), la cual afecta a las regiones más pobres.
Por este hallazgo los científicos Ōmura y Campbell obtuvieron el premio Nobel en 2015. Ahora con el Covid-19 se ha empleado la ivermectina, pero por la carencia de evidencia científica contundente no se ha promovido su uso.
En México, la guía para el manejo clínico de Covid-19 establece que la ivermectina no se debe utilizar. Sin embargo, ha sido distribuido por el gobierno de la Ciudad de México y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Dueñas comentó que ante ese panorama y la necesidad de hacer frente a la pandemia, los países deberían adoptar una posición neutral (no aprobar ni desalentar), a fin de que con base en la información disponible en las diferentes investigaciones, los médicos tratantes se guíen por su experiencia profesional.
Así se evitaría la automedicación y con ello riesgos de intoxicación, así como fraudes con medicamento adulterado. Mejor aún sería que las autoridades sanitarias realizaran el ensayo clínico, ya que se cuenta con la capacidad técnica para ello, subrayó el especialista.