Madrid. Sergio Ramírez ya se encuentra en Madrid, donde aseguró, nada más pisar tierra y recibir numerosas muestras de apoyo y de solidaridad, que volver a Nicaragua “significaría la cárcel y, por tanto, la muerte”.
El novelista fue doble víctima del régimen de Daniel Ortega: por un lado, ordenó la retención de su última novela, Tongolele no sabía bailar (Alfaguara) por narrar la brutal represión y asesinatos políticos en las protestas de 2018, y, por otro, a causa de la orden de detención que hay en su contra y que lo convirtió en un “exiliado forzado”. De momento está analizando adonde se trasladará a vivir; considera “México, España o a Costa Rica”.
En una breve charla con un grupo de periodistas en la sede del Instituto Cervantes, en la que estaba La Jornada, el novelista y Premio Cervantes 2017, de 79 años, reconoció que han sido días “difíciles” y que sólo gracias a que cuando se giró la orden de aprehensión en su contra ya se encontraba en Costa Rica pudo evitar la severidad del régimen de su país.
De Costa Rica viajó a Madrid para participar en un encuentro sobre literatura centroamericana, promocionar su nueva novela e iniciar una larga gira hasta el próximo 30 de octubre por varios países europeos en las distintas sedes del Instituto Cervantes.
Al preguntarle si es posible ejecutar la orden de detención en su contra, Ramírez explicó que “se puede ejecutar, pero dentro de Nicaragua, y yo no estoy regresando al país. Eso significaría la cárcel y, por tanto, la muerte para mí.
“A mi edad no puedo estar preso sin los auxilios de mis médicos. Ellos son muy despiadados, porque, por ejemplo, Lesther Alemán (activista de 22 años que participó en las movilizaciones de 2018), que es un hombre joven, se ha convertido en un cadáver y no puede caminar. Hay prisioneros que se pasan las 24 horas del día con la luz encendida, otros en celdas de aislamiento, condiciones que no voy a ir a buscar.
“Cuando Somoza me impuso una pena de prisión por delitos muy parecidos, como incitación al terrorismo, asociación ilícita para delinquir, regresé a Nicaragua a enfrentar las acusaciones y Somoza no se atrevió a meterme en la cárcel, pero yo tenía entonces 30 años, y esa es la pequeña diferencia. Y no tengo duda de que Daniel Ortega sí se atrevería a hacerlo. Me han puesto ocho cargos criminales, así que, ¿qué puedo esperar?, sólo pasar del aeropuerto al centro de detención de Chipote, que es un lugar temible.”
–¿Qué planes tiene para su nueva condición de exiliado?
–Voy a buscar cómo acomodar mi vida al exilio. Por el momento estamos en Costa Rica, acogido de manera maravillosa por el presidente Alvarado y por las autoridades del gobierno. Tengo muchos amigos, pues viví ahí 14 años de mi vida, de manera que me siento muy bien, pero tengo mis opciones abiertas. Puede ser que me quede a vivir en México o en España; todavía no sé.
De aliado a perseguidor
Ramírez, quien militó en el movimiento sandinista para derrocar a la dictadura de Anastasio Somoza, y llegó a ser vicepresidente del primer gobierno sandinista de Daniel Ortega –ahora su perseguidor–, explicó que el detonante fue su novela. “El libro ya estaba prohibido y lo habían retenido en la aduana. El gobierno pidió una síntesis de la obra y no lo dejaron entrar. Sólo está circulando en la versión digital.
“El abrumador respaldo que he recibido me hace llevar de mejor manera la peor circunstancia de eso que alguien, que ya viene de vuelta, puede atravesar, y que es el exilio forzado. Que alguien no pueda volver a su país porque tiene las puertas cerradas por la mano de una dictadura enemiga de los libros –porque no estoy siendo perseguido por ser un dirigente político. Tengo años que no participo en política activa en mi país–.
“Estoy siendo perseguido porque escribí una novela que desnuda los atropellos y violaciones a los derechos humanos, los asesinatos de decenas de jóvenes desarmados en Managua y otras ciudades del país, en el año 2018. Esta es la verdadera razón de que primero el libro haya sido prohibido en Nicaragua, que ha sido retenido en la aduana, y después que se haya ordenado mi detención, para lo cual se me imputaron todos los delitos posibles que caben en la invención en un hombre. Porque las dictaduras, dichosamente, no tienen invención y responden a la mediocridad.”
Uno de los apoyos que le emocionó especialmente, según relató fue “ver que Elena Poniatowska, que ya tiene cerca de 90 años, se dedicó ella misma a recaudar firmas en México, en Argentina, en España y en muchísimos lugares. Y eso es muy conmovedor.”
Más muestras de apoyo
Frente a la orden de las autoridades nicaragüenses, el gobierno español, por conducto de su canciller, el socialista José Manuel Albares, expresó su total apoyo a Sergio Ramírez y calificó de “infundadas” las acusaciones en su contra. Sus palabras fueron claras: “La literatura representa la libertad. La libertad de pensamiento. La libertad de expresión y de crítica. Por eso quiero rendir un homenaje al gran escritor que es Sergio Ramírez. Este acto sirve también para reivindicar su legado, especialmente hoy y ahora, que es objeto de acusaciones absolutamente infundadas en su país de origen. Te garantizo que puedes contar con España y con su gobierno en estos momentos difíciles”.
Una condena a la que sumó el ministro de Cultura, Miquel Iceta, quien fustigó rotundamente estas acusaciones, “ya que la vía de cercenar las libertades y la libre expresión y opinión de sus creadores es muy mal camino”.
El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, relató por su parte: “Conocí a Sergio Ramírez a finales de los años 70. Yo era un joven poeta que empecé a militar en el Comité de Solidaridad con Centroamérica y que pude hacer actividades con el padre Ernesto Cardenal, con Gioconda Belli, con Claribel Alegría y con Sergio en defensa de la libertad y la democracia en Nicaragua. Y la verdad es que me conmueve mucho que las razones por las que el gobierno dictatorial de Somoza persiguió a Sergio y a sus amigos sean las mismas que utiliza su perseguidor actual”.
El escritor cubano Leonardo Padura también se sumó a la ola de solidaridad, al señalar que “nunca firmó cartas colectivas, pero desde hace unos días circula una misiva de apoyo a la obra y la figura de Sergio Ramírez. Esa carta sí la firmé”.
Mario Vargas Llosa, el Nobel de Literatura peruano, también expresó su respaldo al escritor: “Sergio Ramírez es un gran escritor de nuestra lengua y acaba de sufrir un atropello absolutamente escandaloso, que ha motivado muchísimas protestas en el mundo. El es un magnífico escritor, pero también ha participado de manera muy activa en la vida política de su país, siempre de manera moderada, que es la que se asocia más a su carácter, a sus convicciones, a su forma de ser y a su manera de escribir. Como ustedes saben, el comandante Ortega y su esposa acaban de prohibir el último libro de Sergio Ramírez, y creo que se ha salvado de milagro de estar en la cárcel con los otros muchos opositores que tiene esta pareja siniestra”.