Florencia. En el día de la Santa Cruz, hace siete siglos, en la madrugada del 14 de septiembre, falleció en Ravenna, a los 56 años, Dante Alighieri. Murió, probablemente, de malaria, después de una fallida misión diplomática en Venecia. Fue sepultado en la misma ciudad, con todos los honores, en el convento de San Francisco de la Orden de los Frailes Menores: “Vestido en traje de poeta y de gran filósofo”, según escribió el cronista Giovanni Villani (Nuova Cronica, 1348), la fuente más antigua que existe junto con la de Giovanni Boccaccio.
Dante salió exiliado de Florencia en 1301, y hasta su muerte fue acogido por seis cortes distintas en Italia central y del norte. Había estado en Verona (1312–1318); cuando llegó a Ravenna, donde pasó los últimos tres años de su vida y fue feliz. Fue acogido por el podestà Guido Novello da Polenta, quien también era poeta. La ciudad cosmopolita y estimulante fue además un remanso emotivo porque pudo reunirse con sus tres hijos y porque fraternizó con la elite local. Ahí también concluyó los últimos 13 cantos del Paraíso y otros escritos, y tras su muerte, fue desde Ravenna que se difundió su memoria gracias a la labor de sus dos hijos varones y a sus cultas amistades.
Florencia ha reclamado en todas las épocas, incluso en la actualidad, la restitución de los huesos de Dante. Ravenna, por su parte, los custodia con celo. La primera amenaza concreta de despojo fue el reclamo del papa Medici León X, empujado por una petición popular que incluyó la firma de Miguel Ángel. Entorno a 1519, el Papa mandó a una delegación para removerlos. Los frailes franciscanos lo impidieron, escondiéndolos tan bien que los desaparecieron durante tres siglos y medio.
El culto civil por Dante y el peregrinaje a la tumba empezó también en Ravenna, coincidente con la remodelación de la tumba del siglo XV sobre la cual se erigió un templete neoclásico (1780–81) adyacente al convento y sobre ella calle, como se ve actualmente.
Durante el Iluminismo no hubo suficiente interés por Dante, pero la revolución francesa despertó nuevos ideales en los que se reconocieron los intelectuales liberales en un clima patriótico: los grandes escritores del siglo XIX lo proyectaron como “el poeta civil, el político militante, el intelectual comprometido”.
Lo asegura el investigador Fluvio Conti en su libro Il sommo italiano: Dante e l’identità della nazione (2021), en el que analiza esta evolución histórica y remarca de qué manera las celebraciones de los aniversarios de su natalicio y muerte han sido centrales para avivar su memoria y medir la temperatura del periodo que interpreta al poeta.
Los viajeros del Grand Tour se impresionaron ante tal culto civil, pero tampoco resistían: “Lord Byron se quitaba el sombrero al pasar frente a su tumba”. Otros más se indignaron por su excesiva sencillez: el escritor Jules Claretie la describió como “una construcción mezquina (…) más cercana a la cripta de una familia burguesa que al hombre que regresó del infierno”.
La primera fiesta nacional de Italia apenas unificada fue dedicada a Dante en el quinto aniversario de su natalicio, en 1865, celebrado por tres días cuando Florencia se acababa de convertir en la capital de la nueva nación. La estatua de Dante en la plaza Santa Croce atestigua esa ocasión a cuya inauguración atrajo a “30 mil personas”. Nuevos monumentos emularon la iniciativa poblando nuevas plazas en el país.
Reconstrucción física
Ravenna no se quedó atrás y respondió con un hallazgo único: el descubrimiento de los huesos durante la remodelación de una capilla cercana, donde se encontró una cajita de madera con la leyenda: “Dantis Ossa-a me Fra Antonio Santi-hic posita-Ano 1677”, nombre y el año del fraile que ahí los depositó. Conti recuerda cómo “fue exhibido el esqueleto al público por tres días en un sarcófago de cristal y adorado como santo” .
En el siguiente centenario, 1921, en clima fascista, se volvió a abrir la tumba por sólo dos días, cuando los dos mejores antropólogos del tiempo, Fabio Frassetto y Giuseppe Sergi, fueron encargados de estudiarlos.
El primero reconstruyó años más tarde lo que creía era un aspecto original del poeta, primero, a partir de la recreación del cráneo y después de su cara, con ayuda de un escultor. El cuerpo suspendido dentro del sarcófago permitió que los huesos estuvieran en buen estado de conservación.
Definieron la estatura del poeta en 1.65 cm o menos, lo cual denota una senilidad precoz debido a la curvatura de la columna vertebral. Era también muy delgado. La descripción física correspondía con la que había dado Boccaccio varios siglos antes.
Un grupo multidisciplinario de la Universidad de Bolonia reconstruyó, sirviéndose del estudio anterior, su cara auténtica en 3D. El estudio fue publicado en la revista Conservation Science in Cultural Research, en 2007. Concluyeron que la cara de Dante no es muy distinta a la que propuso Frassetto y, aunque era feo, no tenía esos rasgos aristados en particular de la nariz y la barbilla, como se ha representado.
Icono pop
El culto a Dante en la sociedad global se ha vuelto universal. Exposiciones, actividades y producción de la industria cultural se han apropiado del poeta como icono pop.
Por ejemplo, el Museo Ashmolean, de la Universidad de Oxford, abrirá del próximo 17 de septiembre al 9 enero 2022 una exposición que determinará la influencia en el arte y la cultura que su obra ha aportado a través de los siglos.
Pero en su día de festejos, saldrá de su tumba para escuchar el concierto dirigido por Riccardo Muti con la música de Giuseppe Verdi, Tigran Mansurian y Franz Liszt, inspirada en su Commedia. Tocará un día en cada ciudad: Ravenna, Florencia y Verona (entre el 12 y el 15 de septiembre) para que ninguna pelee sus huesitos.