Pese a la pobreza que enfrentan las escuelas, la desigualdad y las continuas exigencias de las autoridades educativas para que se cubran los contenidos del currículo en el aula, “miles de maestros, desde su práctica profesional experta, sabia, generan las estrategias para hacer que en sus alumnos prenda la chispa de querer aprender, de involucrarse, de participar y, sobre todo, de lograr que eso que aprenden les sea significativo”, afirmaron Ruth Mercado Maldonado y Epifanio Espinosa Tavera, expertos en temas educativos.
Autores del libro Que ningún alumno se quede: la enseñanza con sentido y equidad destacaron que su investigación permitió conocer la práctica de maestros en zonas rurales, urbanas y semiurbanas de Guerrero, Ciudad de México, Morelos y Querétaro.
Destacan que una de las preocupaciones y ocupaciones centrales del docente frente a grupo “es cómo lograr que ningún alumno se quede, que tenga los aprendizajes que le permitan seguir adelante en la construcción de su conocimiento, y a través de esas preguntas también inciden en las grandes causas sociales como justicia social, equidad e inclusión”, aseguró Mercado.
En la presentación virtual de la obra, en que participaron Cecilia Martínez Díaz, de la Universidad Pedagógica Nacional-Morelos, y Gabriel Pérez Miranda, del Centro de Actualización del Magisterio de Morelos, Espinosa destacó que los maestros “tienen mucho que decir de cómo suscitar el interés del alumno, de las formas en que busca aprender”.
Contextos y realidades
Señaló que los docentes logran el involucramiento de sus estudiantes de muy diversas formas y de acuerdo con sus contextos y realidades en el aula. “Conocimos experiencias en que propician que unos y otros chicos, en un trabajo colaborativo, vayan aprendiendo en común. El que tiene menor dominio de un tema o tarea, en la medida que trabajan junto a aquellos que tienen un mayor dominio, se lo van apropiando. Se logran estos intercambios en los que el niño se siente involucrado y motivado, pero sobre todo, logra aprender. Aprender unos de otros, es una parte muy importante”, explicó.
La obra, señaló Mercado, busca incentivar la reflexión de cómo se construye el conocimiento docente, “porque debemos preguntarnos, más allá de los programas y los planes de estudio, qué sucede realmente en el aula, porque la práctica educativa experimentada, sabia, no es la que sabe todo, sino aquella que reconoce qué es lo significativo, lo que importa, lo que tiene sentido para los niños, y que los considera no como alumnos sentados en sus pupitres, sino como seres pensantes”.