Acordar, es decir, hacer c onverger ideas e ir acomodando en su convergencia las voluntades personales, exige a cada participante, no sólo abrir los canales de su consentimiento hacia las propuestas ajenas, sino ir hasta la obtención de consensos o, lo que es lo mismo, hasta sentir en el órgano cordial la armonía de ideales colectivos.
Este proceso, que es fundamentalmente cultural y afín a todos los grupos humanos, sin el cual la humanidad no habría podido ser, incluidas las rupturas periódicas cuando la presión demográfica sobre los recursos naturales obligaba al desprendimiento de excedentes de población que se recomponían en comunidades hijas, es completamente ajeno y contrario a las conquistas violentas encabezadas por sociedades con suficiente tecnología para poder arrebatar sin preguntar, y frente a las cuales muchos pueblos como el nuestro, carentes de argumentos equivalentes a dicha fuerza, sólo han sobrevivido por su resistencia moral y astucias aprendidas por generaciones. Astucias como son los acuerdos a medias del tipo “te doy lo que me pides, pero yo sigo siendo la misma persona que no te gusta”.
Esto viene a cuento porque me pregunto (y me preocupa) si la defensa que los intelectuales y militantes urbanos hacen estrepitosamente de las comunidades indígenas llamándolas “pueblos indios”, en general, e “indio” a los sujetos en particular, tienen el acuerdo de las personas a quienes llaman así y dicen representar. Porque, si bien todos queremos preservar las culturas originarias no sólo de nuestro continente, sino del globo, de la degradación humana que conlleva el neoliberalismo (que ya ni el Papa católico defiende), lo que habría que dilucidar y confesar es si verdaderamente representamos su pensamiento, o si invadimos el campo de sus ideales colectivos con nuestro ideario marxista rebozado en el siglo XXI…
Como sea, es inquietante que las comunidades indígenas (que NO “indias”, porque el lenguaje y los conceptos tienen su equivalente en lo concreto de cada experiencia y en lo subjetivo de la moral colectiva que se reivindica) jalen con sus representantes autonombrados contra todas las acciones de la 4T… ¿Qué no podría existir un campo de acuerdo con principios verdaderamente respetuosos, sin voceros ideológicos, donde cada quien se represente a sí mismo y todos vayamos hacia un centro de acción donde florezcan los ideales colectivos sin obedecer a un solo patrón (en el doble sentido de la palabra)?