A pesar de que había ganado, el campeón mundial Óscar Valdez lucía triste. Los ojos apuntaban al suelo de regreso al camerino, donde nadie festejaba como se acostumbra. Parecía que era el perdedor quien entraba a esa sala. Saúl Canelo Álvarez reconfortaba al monarca y le señalaba algunos errores en el combate donde obtuvo una victoria muy criticada.
Valdez, originario de Sonora y representante mexicano en dos Juegos Olímpicos, salió muy lastima-do del rostro ante el retador brasileño Robson Conceiçao, quien muchos creen que debió llevarse el campeonato superpluma del Consejo Mundial de Boxeo, el viernes pasado en Tucscon, Arizona.
“Óscar sabe muy bien que esa no fue su noche”, considera Francisco Bandido Vargas, ex monarca del título que hoy ostenta Valdez; “no lo hizo bien y por eso fue muy criticada su victoria. También porque llegó con esa mancha de haber dado positivo en un control antidopaje y que no fue sancionado como otros boxeadores. Todo eso pesa en la mente de un peleador”.
El mexicano llegó precedido por el escándalo tras arrojar un resultado positivo en una prueba antidopaje. La sustancia fentarmina está prohibida por VADA, responsable de los exámenes en el programa de Boxeo Limpio del CMB. La defensa no se suspendió ni se le desconoció como monarca, algo también muy criticado.
Bandido sabe lo que significa la presión cuando hay un positivo de antidopaje. En 2016, cuando era campeón precisamente de la división superpluma del CMB, fue detectado con una presencia míni-ma de clembuterol, sustancia que puede ingerirse por accidente al comer carne y cuya prohibición está sujeta a su porcentaje detectado.
“No fue lo mismo”, explica; “en mi caso se demostró que era una presencia insignificante y tal como suele aparecer cuando hay consumo accidental. La sustancia que detectaron en Óscar es de otro tipo. Eso se lo recordarán cada aparición: lo acusarán de tramposo o de sucio; será difícil para sus próximos combates”.