El premio Cervantes de Literatura 2018, Sergio Ramírez, considera “risibles todos los cargos” de la orden de detención que el gobierno de Daniel Ortega emitió en su contra. En entrevista publicada este viernes con la televisora británica BBC, el escritor narra las consecuencias personales del desarraigo; anuncia que no volverá a Nicaragua y piensa en su familia y en su biblioteca pisoteada por botas militares.
El narrador sostiene que en su país se cerraron “todas las puertas de la democracia” y “la represión es cada vez mayor; las elecciones de noviembre no son tales, no habrá elecciones, y la gran responsabilidad del mundo, de los gobiernos, es si van a reconocer o no a Daniel Ortega como presidente electo de Nicaragua”.
Lo cual, agrega, sería “una atrocidad”, pues es “una dictadura que se está valiendo de todos los medios posibles, ilegítimos y abusivos para perpetuarse en el poder”.
Prevé que la solución debe ser política, pues “una guerra civil no va a darse, ni yo deseo que se vuelva a dar un nuevo derramamiento de sangre que resulte otra vez en un caudillo triunfante”.
Menciona que el detonante de esta situación es la publicación de su novela Tongolele no sabía bailar (La Jornada, 31/8/21), en la que relata “la represión brutal de 2018”; “hace 10 días la novela llegó a las aduanas de Managua, por los pedidos que hicieron los distribuidores, las librerías, y fue retenida.
“Es la primera vez en mi vida que un libro mío es prohibido en Nicaragua. Bajo Somoza mis libros nunca fueron prohibidos. La represión es contra mí, como autor, como escritor. No como dirigente político, que no soy.”
Hace hincapié en que “se está reprimiendo la literatura, la libertad de expresión, la libertad de creación. Es la primera vez en muchos años que en América Latina se prohíbe una novela y se persigue a su autor”.
Reconoce que es un momento personal “muy difícil. Todo desarraigo es complicado”, y que cuando recibió la noticia, “pensé en mi familia que todavía está en Nicaragua, en mi hermana, en mis hijos, en la orden de allanamiento de mi casa; pensaba en mi casa que está allá con unos cuidadores, pensaba en mis libros.
“Mi biblioteca está ahí, son más de 8 mil. Mi casa son los libros. En todo eso pensé. Pensé en unas botas militares entrando en mi casa, rompiendo puertas –porque entran con mucha violencia cada vez que hacen un allanamiento–, manoseando mis libros, mis papeles de escritor.”
Ramírez adelanta que continuará con la promoción de su obra más reciente en España y una larga una gira por varios países europeos con el Instituto Cervantes con encuentros y conferencias.
“El mundo literario es lo que tengo por delante. Después ya veremos; ya veré cómo rehago mi vida.”