Es “un honor y orgullo ver ondear las banderas nacionales, saber que la mayoría de ellas se encuentran en puntos estratégicos y que fueron creadas de manera artesanal en las instalaciones de la Fábrica de Vestuario y Equipo (Fave)” de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Anualmente se producen alrededor de mil y la mitad son consideradas estandartes monumentales, ya que miden de 49 a 120 metros de largo, y se pueden observar en sitios como el Zócalo, el Heroico Colegio Militar y el Campo Militar Marte, en la Ciudad de México, planteó ufano el capitán Alejandro Velázquez Valdivieso.
El también ingeniero industrial y jefe de la Fábrica de Confección C de la Fave mostró, en un recorrido de La Jornada por estas instalaciones, el proceso de elaboración de pendones nacionales de distintos tamaños, que se utilizan en oficinas gubernamentales, actos cívicos y desfiles oficiales.
Además, en esa fábrica se llevan a cabo labores de reparación de las que sufren desperfectos o cumplen su vida útil izadas en alguna dependencia o espacio público.
Pintan a mano cada uno de los escudos nacionales del lábaro mexicano, y ahí también se determina si las piezas que regresan dañadas tienen posibilidad de ser reparadas, y para ello se llevan a cabo diagnósticos especializados, ya que se revisa la resistencia de telas y soportes.
En caso de considerarse inutilizables, se elabora un dictamen con base en estudios de laboratorio y se solicita la baja de la bandera, para que se proceda a su incineración.
En la Fábrica de Confección C, laboran 160 efectivos del Ejército Mexicano; 20 de ellos se encargan de producir los estandartes, pero todos conocen las distintas actividades de confección y producción de uniformes, almohadas, cobertores, chamarras y otros artículos que requieren los elementos activos de la Sedena.
“Lo que se procura es que cada trabajador tenga actitud para hacer de todo. Aquí nadie puede decir: ‘no soy bueno para tal cosa’; tiene que aprender”, señaló el capitán Velázquez Valdivieso. En esta fábrica, los militares se inician como aprendices y adquieren el grado de maestros; dibujan, tiñen, cosen, se hacen cargo de bordadoras y de dar los arreglos finales a una bandera, sin que importe el tamaño de ésta, si será utilizada en una oficina o en el asta de una glorieta, instalación castrense o plaza importante del país.
El proceso de producción de una enseña nacional puede tomar, una vez teñida la tela de los colores necesarios –pues compran tela blanca–, desde 12 horas hasta 21 días, si se trata de banderas monumentales.
A cada pendón se le coloca un código que indica la fecha en que fue fabricado y, una vez instalado, si es la intemperie se considera que su tiempo de vida es de 14 meses.
Para las enseñas que se elaboran manualmente se utilizan 11 colores y cinco matizantes; es decir, los primeros son los colores más firmes y, los segundos, aquellos que dan diversas tonalidades que confieren mayor vida al lienzo, y a las características o detalles del águila y la serpiente del escudo nacional.