Escritores, periodistas y amigos del narrador nicaragüense Sergio Ramírez se manifestaron a través de un desplegado en contra de las acusaciones que hizo ayer la Fiscalía de Nicaragua, que acusó y pidió detener al autor y ex vicepresidente de ese país “por actos que incitan al odio”, “conspirar contra la soberanía” y “lavado de dinero”, cargos similares a los que el gobierno de Daniel Ortega ha imputado a sus decenas de opositores.
“La agresión contra Sergio Ramírez indigna a sus amigos y colegas en México. Además de una injusticia, es una violación a los derechos humanos y nos solidarizamos con su persona, su familia y su gran obra latinoamericanista”, expresaron en un documento que encabezan el obispo Raúl Vera y la escritora Elena Poniatowska.
También firman Moisés Rosas, Alfredo López Austin, Antonio Saborit, Eduardo Lizalde, Paco Ignacio Taibo II, Javier Aranda Luna, Blanche Petrich, Marta Lamas, María Consuelo Mejía, Paloma Saiz, Margarita de Orellana, Antonio Lazcano, Alberto Ruy Sánchez, Juan Villoro, Silvia Navarrete, Fabrizio Mejía Madrid, Brian Nissen, Montserrat Pecannins, Marcelo Uribe, Coral Bracho, David Huerta, Verónica Murguía, José Luis Trueba, Héctor Aguilar Camín, Ángeles Mastretta, Epigmenio Ibarra, Carmen Boullosa, María Cortina, Eduardo Vázquez Martín, Marcela Turatti, Antonio Turok, Guadalupe Alonso Coratella, Paloma Jiménez Gálvez, José Luis Martínez S., Dolores Heredia y Magaly Tercero, entre muchos más.
Ramírez, Premio Cervantes 2007 y presidente fundador del encuentro literario Centroamérica Cuenta, en Nicaragua desde 2012, se encuentra en el exilio, y replicó este miércoles en un video publicado en su cuenta de Twitter que no es la primera vez que un hecho así ocurre en su vida: “En 1977, la familia Somoza me acusó por medio de su propia fiscalía, y ante sus propios jueces, de delitos parecidos a los de ahora, cuando yo luchaba contra esa dictadura igual que lucho ahora contra esta otra”.
En 1984, el autor fue elegido vicepresidente de Nicaragua, como compañero de Daniel Ortega, cargo que ocupó hasta 1990, cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional perdió las elecciones ante la Unión Nacional Opositora, por estrecho margen.