“No es una presea de bronce, sino una medalla de vida”, apreció la nadadora Nely Miranda, mientras presumía en entrevista por zoom el metal de bronce que ganó en la prueba de 50 metros pecho S4 en Tokio 2020, adonde llegó por sorpresa, con sólo cuatro meses de entrenamiento en agua, que asegura le valieron lo de cuatro años, y luego de recuperarse satisfactoriamente de una de las recaídas con las que ha batallado por su discapacidad: lesión medular ocasionada por una caída a los 23 años.
Hoy a sus 49, resalta la motivación que, está segura, la llevará al Mundial de Portugal 2022 y a los Paralímpicos de París 2024.
Por la pandemia, como el resto de los nadadores, el entrenamiento quedó detenido y Nely volvió al agua hacia finales de 2020 invitada a inaugurar una alberca en el Puerto de Veracruz, donde vive. Desde entonces hizo sesiones esporádicas y con asistencia de su médico, por precaución a que no se presentara alguna convulsión, como las que enfrentó previo a los Juegos Olímpicos de Río 2017.
Aquellos episodios requirieron de una operación y no pudo retomar su carrera para los Parapanamericanos de 2019. “Hacia finales de 2019 y lo que iba de 2020, ya no tuve convulsiones, estaba del otro lado. Se viene lo de la pandemia, se suspenden los Juegos, y me empiezan a dar autorización de hacer ejercicio paulatinamente, así aquí en casa hice trabajos con ligas, con botellas de agua y después trabajo dirigido en videoconferencias con el entrenador nacional, que nos mandaba ejercicios simulando la natación, y todo el tiempo mi visualización fue como si estuviera dentro del agua. Así me proyecté”.
Por la falta de preparación a la que la habían llevado la pandemia y las complicaciones de la discapacidad que Nely había experimentado, pocos creían, incluso la nadadora, que podría si quiera calificar a la cita de Tokio, y menos volver a subir al podio después de haberlo logrado en Pekín 2008, donde ganó dos oros, en 50 y 100 metros libres, y un bronce en 50 libres en Río 2016.
Pero estaba dispuesta a darlo todo, e incluso a conformarse con el resultado que fuera, así que los entrenamientos, aunque limitados a los horarios de otros usuarios en la alberca de su amiga, le dieron frutos en el primer selectivo realizado en mayo en Texas, donde cumplió con la clasificación MQS; después dio otro paso en el selectivo de Cancún, y ratificó su calificación en dos pruebas, en una última competencia realizada en Berlín, pero aun así estaba fuera de la cuota para el país, y sólo pudo entrar al recorrerse los lugares en la clasificación mundial.
“Estaba empatada por una compañera de equipo, Vianney (Trejo), que es mi alma gemela, pero por ránking quedó fuera. Me dio mucha tristeza, nos pegó muchísimo a las dos, pero le dije: ‘te prometo que voy a dar lo mejor de mí porque sé que también te mereces este lugar, porque lo has trabajado muchísimo’, así que las cosas se dieron, nadé también representándola y mandándole todo lo mejor a ella”, relató Nely, aún emocionada.
Compitió hacia el final de las pruebas de natación en Tokio, previo a lo cual, observaba que algunos compañeros favoritos a ganar medallas se iban quedando en cuartos lugares o más abajo, algunos de ellos tal vez afectados por los cambios de clasificaciones, que suelen afectar o favorecer a unos y otros competidores.
“Algo así nos empezó a suceder y mi caso no fue la excepción, pero como siempre lo he dicho, yo creo que el rival más fuerte a vencer es uno mismo. Traté de enfocarme en mis tiempos, mi convicción era bajar lo más posible hacia mi mejor marca, buscar las finales, lo logré, y para mi fue como la primera medalla que gané para México”.
Finalmente, Nely no dudó en afirmar: “Claro que pienso en otro ciclo olímpico. No tiene nada que ver la edad, yo creo que es la actitud y el sazón que le des a la vida”.