En Estados Unidos se crearon en el mes de agosto 235 mil empleos, por debajo de la cifra esperada. Si se pone en el contexto de la recuperación en curso, se advierte que en abril de 2019 la tasa de desempleo fue de 14.7 por ciento y en agosto de este año llegó a 5.2 por ciento.
No obstante, el carácter de la recuperación del empleo el mes pasado muestra que las tendencias alcistas aún no se afianzan suficientemente. Se esperaba una creación de 725 mil puestos de trabajo, luego de que en julio se habían creado poco más de un millón.
Alrededor de 5.6 millones de personas no trabajaron o lo hicieron menos de lo que deseaban; la cifra significó 400 mil trabajadores más que en julio.
Las condiciones económicas que afectan a la producción, como el alza de los precios y las trabas en las cadenas de suministros para la industria, así como los rebrotes de la pandemia, repercuten, claramente, en el desempeño del mercado laboral.
Los beneficios que se crearon en el gobierno de Biden para contener el impacto negativo de la caída de la actividad económica, expresada en el aumento del desempleo por efecto de la pandemia, fueron cruciales para sostener el nivel de ingreso de una gran parte de la población. Alentaron también la recuperación de la actividad productiva. Su magnitud fue tal que muchas familias recibían más ingreso por medio de esas ayudas que el obtenido de manera regular.
Pero los fondos de emergencia de los programas de ayudas se van a retirar a partir de esta semana. La abundante corriente de transferencias se cortará. Se estima que 7.5 millones de personas perderán ese ingreso.
Los cheques que recibían millones de estadunidenses se reducirán en 300 dólares por semana. Anteriormente el gobierno federal y algunos estatales habían ya retirado un suplemento de 600 dólares a la semana que recibieron los trabajadores al principio de la crisis económica derivada del Covid-19, aunque se pudieron sostener otros programas de apoyo.
Esto ya no ocurrirá. Los programas estatales no compensarán las pérdidas de ingreso y el gobierno federal no pedirá al Congreso que se extiendan de nuevo las ayudas. Así que vendrá un proceso de ajuste en los ingresos familiares que sólo podrá afianzarse con una robusta creación de empleos y la recuperación de los salarios para acrecentar el gasto de consumo.
Se proyecta que la economía estadunidense crezca este año 7.1 por ciento, cifra ya ajustada por la inflación; por encima del 5.2 estimado en el presupuesto original, antes del programa de ayudas del gobierno, cuyo monto fue de 1.9 billones de dólares como se mide aquí.
El efecto de la contención en los ingresos podría trasladarse a México por la vía de las remesas. Como se sabe, éstas registraron niveles históricamente elevados en el curso de la pandemia, apoyados, en buena medida, por los programas de ayuda instrumentados por el gobierno.
Desde marzo las remesas han sido por un monto superior de 4 mil millones de dólares por mes y en los tres últimos meses registrados –mayo a julio–, el promedio mensual fue de 4 mil 498.2 millones. Entre enero y junio de este año los estados que recibieron la mayor proporción de remesas, que sumaron 23.6 mil millones de dólares fueron: estado de México, 6 por ciento; Michoacán, 9.8; Guanajuato, 8.3, y 10.5 en Jalisco.
En cuanto a las exportaciones, cuyo componente más grande es el ramo automotor, podrían también reducirse hasta que se asiente la demanda en Estados Unidos. Además, han de resolverse los severos problemas de abasto de insumos, como es el caso notable de los chips que se usan en esa producción.
Uno de los debates más relevantes en aquella economía se refiere al comportamiento de la inflación, que está por encima de los niveles esperados. Por una parte, se sostiene que el alza del índice de los precios es una cuestión transitoria asociada con los cuellos de botella en la industria. Por otro lado, se afirma que existen presiones de tipo estructural y especulativo que provocan la inflación.
La política monetaria ha contenido el alza de las tasas de interés. Pero si las presiones alcistas en los precios continúan, la Reserva Federal podría elevar esas tasas. Una de las consecuencias relevantes de esa acción sería presionar sobre el alto nivel de endeudamiento en esa economía, con la consiguiente repercusión adversa en el nivel de actividad económica.
El comportamiento de la economía estadunidense y su efecto en las exportaciones, las presiones inflacionarias y las medidas monetarias respecto de la tasa de interés se resentirán aquí. La relación binacional es muy estrecha.
La austeridad que se mantiene como eje de la gestión económica debe revisarse. La inversión privada debe crecer y el gasto público orientarse a fortalecer la capacidad productiva.
Es imprescindible elevar y sostener el nivel del empleo y las fuentes de ingreso de la población. La recomposición social y económica a escala desagregada, es decir, las historias que hay detrás de la crisis, no ocurrirán de modo automático. Tampoco lo hará la recuperación económica que hoy aún se registra.