En las comunidades indígenas, las mujeres siguen padeciendo un fenómeno de violencia de género e intrafamiliar que es difícil combatir, en buena medida porque se ha naturalizado hasta el punto en que las propias víctimas no lo identifican como tal, por lo que es necesario diseñar programas de difusión del tema con un enfoque intercultural adecuado.
Así lo afirmaron ayer las participantes en un foro organizado por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, con motivo del Día Internacional de la Mujer Indígena –que se conmemora hoy–; además, destacaron los riesgos a los que se exponen las activistas de los pueblos originarios que defienden su territorio y recursos naturales.
“En los asentamientos indígenas, nuestras hermanas no reconocen los hechos de violencia en su contra como delitos ni abusos, o llega el punto en que ven normales esos actos. Hemos asistido a lugares en donde están viviendo hostilidad de diversos tipos y ni siquiera saben que son situaciones que no deben suceder o pueden ser denunciadas, pues son delitos”, lamentó Maritza Yeh Chan, directora de la región sur de la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas.
Cuando las afectadas identifican que están siendo blanco de agresiones, empiezan a emprender acciones en defensa de sus derechos, aunque muchas otras siguen teniendo miedo de salir del círculo de agresión, ya que se sienten incapaces de vivir una vida independiente o no quieren contravenir los patrones de sumisión que les fueron inculcados por sus familias.
Por tal razón, la activista urgió a diseñar esquemas de información sobre violencia de género para las comunidades indígenas, con un enfoque intercultural que haga más fácil la recepción del mensaje en entornos donde estos temas no se discuten ni se ejercen los derechos.
Maricela Zurita Cruz, regidora de Ecología del municipio de San Juan Quiahije, Oaxaca, apuntó que las agresiones que muchas veces sufren en sus familias o pueblos, se suman las que padecen a manos de grupos de interés económico y político que buscan explotar los recursos naturales de sus localidades.
“En el sistema patriarcal, racista, clasista y demás, la forma más grave en que nos obstaculizan a las mujeres es con la violencia al interior de las comunidades, pero también de parte del Estado y las instituciones. Quienes defendemos la vida y el territorio, nos enfrentamos a todas esas cosas”, denunció.
En ese contexto, Zurita indicó que las luchadoras sociales se exponen más que los hombres a sufrir agresiones de índole sexual como represalia por su activismo, además de padecer acoso, campañas de difamación e incluso señalamientos sociales por no cumplir con el rol “tradicional” de ser sólo madres.