A pesar de que la “Guía para el regreso responsable y ordenado a las escuelas. Ciclo escolar 2021-2022”, elaborada por las secretarías de Salud y Educación Pública no contempla el cierre de escuelas pese a la detección de casos sospechosos o positivos de Covid-19, sí establece como obligatorios los llamados filtros de corresponsabilidad en el hogar, la escuela y el aula.
Demanda a padres de familia, tutores o cuidadores identificar en los alumnos de prescolar, primaria y secundaria cualquier síntoma de enfermedad respiratoria desde casa, lo que incluye fiebre, dolor de cabeza, tos, estornudos, dolor de garganta y secreción nasal abundante. En caso de que cualquier familiar o contacto directo de los menores también presente estos síntomas, deben permanecer en casa, seguir las indicaciones médicas y avisar a la escuela.
Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que en la mayoría de los casos de Covid-19 en niños y adolescentes, “cuando adquieren el virus SARS-CoV-2, son por lo general asintomáticos, y cuando enferman, suelen tener un cuadro leve con síntomas semejantes a las enfermedades frecuentes en estos grupos etarios”.
Al respecto, maestros frente a grupo señalaron que “será muy difícil tanto para los padres de familia como para nosotros detectar correctamente un posible caso, ya que no somos expertos en temas de salud, y muchas veces tenemos alumnos que no presentaban ningún síntoma y pocos días después sabemos que tienen alguna enfermedad infecciosa”.
Directores de escuela primaria recordaron que “hace años se tenía en las escuelas un médico, que además de cuidar la salud de los alumnos, impulsaba la formación de buenos hábitos alimenticios, incluso se brindaba servicio dental a los menores, pero todo eso se perdió, y ahora debemos asumir la responsabilidad de detectar una enfermedad que, en muchos casos, puede ser asintomática para los niños”.
Señalaron que en la citada guía, como parte del apoyo socioemocional para los alumnos, se pide a los maestros detectar “signos de alarma” en la salud mental de los menores, lo que incluye cambios conductuales, miedo excesivo e incluso autolesiones e ideación suicida.
Recomienda a los educadores la “observación constante” del estado emocional de niñas, niños y adolescentes, para que, en caso necesario, se pueda brindar la atención y tratamiento oportuno. Por ello, deberán alertar a padres o tutores si se presenta aislamiento social, irritabilidad, agresividad, ideas de desesperanza o peleas constantes, entre otros.