Venecia. Con un conmovedor testimonio, dos jóvenes cineastas afganas suplicaron solidaridad ayer en el Festival de Cine Venecia por la dramática situación de la cultura en Afganistán tras la toma del poder de los talibanes, lo que podría dejar a ese país literalmente sin artistas.
“En sólo dos semanas, las figuras más brillantes del país se fueron”, lamentó Sahraa Karimi, de 38 años, la primera mujer al frente de la Organización del Cine de Afganistán.
“¡Imagínense, un país sin artistas!" lamentó la directora de cine ante un grupo de periodistas y cineastas, entre ellos el director de la Mostra, Alberto Barbera.
La joven describió un cuadro lúgubre: “Todo se detuvo en el espacio de unas horas. Los archivos están bajo el control de los talibanes. El trabajo de los directores se desvaneció”, declaró.
“Todos saben que existen las listas negras”, lamentó la realizadora que en 2019 compitió en la sección Horizontes de Venecia con Hava, Maryam, Ayesha.
“Por primera vez en la historia del cine afgano una película había sido invitada al festival francés de Cannes. Teníamos en proyecto adaptar 11 cortos sobre cuentos afganos. Estábamos preparando la segunda edición del premio nacional de cine”, contó la cineasta que el domingo 15 de agosto tuvo que abandonar sus proyectos y salir en pocas horas de su país.
“Ha sido la decisión más difícil de mi vida: quedarme o salir de mi país”, confesó.
“No tenemos más casa, ni país (...). El arte está prohibido. Mi generación no quiere eso”, deploró Karimi al apelar a la solidaridad a la comunidad internacional.
”¡Pedimos ayuda! Necesitamos esperanza. Los que se quedaron en Afganistán han borrado sus cuentas de redes sociales”, reiteró.
“Los talibanes están destruyendo los instrumentos de música, los estudiantes se esconden (...) Por favor sean nuestras voces y hablen de nuestra situación”, pidió por su parte la realizadora Sahra Mani, directora del documental A thousand girls like me (2018), sobre una mujer violada durante años por su padre.
“Ahora los talibanes son más listos: usarán el cine para hacer propaganda”, advirtió Karimi, que teme el aislamiento, la pérdida de identidad y el silencio.
Competencia oficial
Por otra parte, en el Festival de Cine de Venecia se estrenó Competencia oficial, una sátira argentina sobre la realización de películas que hizo reír al público a carcajadas, la cual aspira al León de Oro. En ella, un empresario multimillonario de 80 años en busca de prestigio social decide hacer una película para dejar huella.
Para cumplir con su ambición, contrata a los mejores: la rebelde directora Lola Cuevas, interpretada por Penélope Cruz, y dos actores con gran talento, pero con un ego aún mayor. Uno es una estrella de Hollywood, encarnado por Antonio Banderas. El otro, interpretado por el actor argentino Óscar Martínez, es un purista del teatro de alto nivel, con opiniones radicales sobre las celebridades y el entretenimiento comercial.
Los directores argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn dijeron que querían mostrar lo que ocurre en el escenario y las tácticas que utilizan los actores con diferentes orígenes para prepararse para los ensayos.
Banderas señaló que había sido refrescante hacer una película divertida en un momento en el que “parece que la risa está prohibida”, una referencia a la pesadumbre mundial por la pandemia de coronavirus.
Cruz, que también protagoniza otra película que compite en Venecia –Madres paralelas, de Pedro Almodóvar– declaró que fue liberador interpretar a Lola, a la que describió como inteligente pero un poco psicópata. “Fue de alguna manera un homenaje a nuestra profesión”, indicó.