Israel lanzó su nuevo vivero de tecnologías alimentarias en la frontera con Líbano, donde hay hongos que crecen en lentejas, helados con proteínas de garbanzos y hasta una máquina que mide con un rayo el nivel de azúcar en las uvas.
El país se jacta, desde hace una década, de ser una start-up nation, una nación emprendedora con importantes compañías de alta tecnología, sobre todo en el sector militar y de seguridad, pero también en el de la innovación agraria y alimentaria.
Aunque las empresas tecnológicas, que dan empleo a 10 por ciento de la población, se concentran en la ciudad de Tel Aviv, el empresario Erel Margalit escogió la pequeña localidad de Kiryat Shmona, cercana a la conflictiva frontera con Líbano, para instalar su vivero industrial.
Margalit dijo que quiere participar en la “doble revolución” de la comida y tecnológica porque “debe ser la gran respuesta a los cambios en la agricultura y la alimentación. Sacrificamos a cerca de 5 mil millones de vacas al año y el planeta no aguanta más”.
Esto ha llevado a algunas empresas, como Kinoko-Tech, a desarrollar una técnica para hacer que los hongos crezcan en lentejas y con eso crean un alimento híbrido “rico en proteínas, superecológico y sabroso” y con una menor huella de carbono, según afirma su responsable, Jasmin Ravid.
Otras sociedades, como Witi, buscan disminuir el consumo de pesticidas con unas gafas de visión nocturna que permiten a los productores de vino “detectar las enfermedades de la viña y medir la calidad de la uva”, explica el cofundador del corporativo, Yonatan Elimelech De-Wolf.
En total, Israel cuenta con aproximadamente 400 empresas dedicadas a la tecnología alimentaria, sector que registró el mayor aumento en inversiones el año pasado, según Ido Yosovzon, analista de Start-Up Nation Central, una organización que busca promover la innovación.
“En 2020, el sector de la tecnología alimentaria recaudó 148 millones de dólares en inversiones y en lo que llevamos de 2021 estamos en 300 millones. Esto no es más que el principio”.
En este país las florecientes empresas dedicadas a la innovación alimenticias se basan en seis tendencias a seguir en lo que denominan su propia revolución alimentaria.
Entre ellas destacan la reducción o sustitución del azúcar, el remplazo de la carne y el uso de las nuevas tecnologías para ayudar a los consumidores a mejorar su dieta y, sobre todo, su salud.
Las más de mil empresas ahora buscan cómo aplicar todos esos conocimientos para mejorar la forma en que consumimos comida los seres humanos bajo el cuidado ambiental.
Afp