LaPlace, Nueva Orleans. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitó ayer el sureño estado de Luisiana para evaluar los daños provocados por Ida, que tocó tierra el domingo pasado como huracán, para después convertirse en una tormenta que recorrió la costa este y dejó a su paso 49 muertos e incalculables daños materiales.
A 36 horas de que las torrenciales lluvias sembraron el caos en la principal ciudad del país y sus alrededores, Biden se reunió con el gobernador de Luisiana, John Bel Edwards, y otros funcionarios locales en el vecindario de Cambridge, en La Place.
“Las cosas han cambiado drásticamente en términos del medio ambiente; ya se ha cruzado un cierto umbral”, comentó bajo un intenso y húmedo calor.
El mandatario, que ha hecho del cambio climático una prioridad, recorrió las casas dañadas saludando, abrazando y hablando con los residentes. Sostuvo que las costosas mejoras al sistema de diques alrededor de Nueva Orleans, después del huracán Katrina en 2005, han demostrado su valor para prevenir más daños en el presente.
Las filas en los establecimientos de este estado –algunos sin luz– se extendieron por cuadras. Algunos supermercados racionaron agua, hielo, pan, leche y otros alimentos básicos, mientras la gasolina comenzó a escasear. Una cadena de farmacias desplegó unidades móviles a comunidades devastadas para atender a los más necesitados.
Los vuelos comerciales se reanudaron en Nueva Orleans y el sistema eléctrico se reinstaló en partes del distrito de negocios de la ciudad desde el jueves.
Biden afirmó que “no podemos reconstruir caminos, carreteras, puentes, nada, como antes, tenemos que reconstruir mejor”. Los proyectos que busquen transformar, en lugar de reparar, tendrán que convertirse en la nueva norma, señaló cuando presiona para que el Congreso apruebe su proyecto de ley de infraestructura de 3.5 billones de dólares.
El presidente efectuó un recorrido aéreo por las comunidades más afectadas del estado, incluidas Lafitte, Grand Isle, Port Fourchon y Lafourche Parish, antes de reunirse con los líderes locales en Galliano, informó la Casa Blanca.
El huracán impactó el domingo la costa del golfo de Estados Unidos, por el sureste, afectando primero los estados de Luisiana, Alabama y Misisipi, pero después se abrió camino hacia el norte a lo largo del este del país, y desde el miércoles provocó lluvias torrenciales e inundaciones generalizadas en Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania, Maryland, Connecticut y otras áreas circundantes.
Tan sólo en el noreste, donde la población despertó temerosa y de luto, se han reportado al menos 49 decesos, lo que elevó el saldo general a 65. Los habitantes de los ocho estados recogían los destrozos causados por el huracán Ida, mientras varias zonas continuaban inundadas, con autos, casas, negocios y oficinas sumergidos.
La policía iba de casa en casa en busca de víctimas y elaboraba listas de desaparecidos. Las cuadrillas de emergencia se afanaban para sacar automóviles varados, limpiar el lodo, despejar escombros y restaurar el servicio de transporte público. Partes del sistema del Metro de la ciudad de Nueva York seguían sin funcionar el jueves por la noche.
De Blasio se suma a las alertas
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, también alertó sobre el cambio climático: “Esta tormenta debe despertarnos. Éste es un nuevo desafío en comparación con la época en que se asociaban las inundaciones con áreas costeras”.
Para los neoyorquinos, el caos reavivó el recuerdo del huracán Sandy, que en octubre de 2012 dejó sin electricidad a gran parte de Manhattan e inundó totalmente el transporte subterráneo.