Marsella. El Congreso Mundial de la Naturaleza abre sus puertas este viernes en Marsella (Francia) bajo sombrías predicciones climáticas de los expertos, la participación plena de los indígenas, por primera vez en más de 50 años, y la creciente presión de organizaciones ecologistas.
El Congreso, inaugurado por el presidente francés, Emmanuel Macron, reúne a miles de expertos en la conservación de la biodiversidad hasta el día 10, aunque buena parte de los debates se realizarán en línea, a causa del Covid-19.
Durante décadas, la Unión por la Conservación de la Naturaleza (UICN, fundada en 1948), organizadora del evento, ha trabajado discretamente para catalogar la riqueza natural del planeta y para orientar la política medioambiental del más de centenar de países que la integran.
Su principal herramienta es la Lista Roja de especies amenazadas, con nueve niveles de alerta, que será actualizada este sábado.
La UICN ha catalogado hasta la fecha poco más de 137 mil especies de animales y vegetales (su objetivo es un mínimo de 160 mil) de las cuales 28 por ciento se encuentran bajo amenaza de extinción.
"La naturaleza sufre el declive más rápido en la historia humana", advertían en 2019 los expertos de la ONU.
Especies como el guepardo cuentan con menos de 7 mil ejemplares vivos en medio natural. Otros, como el rinoceronte blanco, están prácticamente extinguidos.
El papel del cambio climático en esta dramática mutación de la biodiversidad es objeto de debate en el seno de la UICN, que tiene que aprobar si establece una comisión al respecto.
El Congreso de Marsella trabaja de modo peculiar, mediante asamblea conjunta de Estados y organizaciones no gubernamentales. Y este año, por primera vez desde una reforma votada en 2016, con la voz y el voto de las organizaciones indígenas.
"Estamos pidiendo demasiado al planeta. Estamos tomando, tomando… y no cuidamos nuestros recursos, nuestra biodiversidad", declaró el director general de la UICN, Bruno Oberle, en un debate con organizaciones indígenas antes de la inauguración oficial.
Suavidad en lugar de confrontación
Hace un mes los científicos expertos en el cambio climático alertaban que el calentamiento global es peor y más rápido de lo temido. El mundo podría alcanzar en 2030 el umbral de +1.5º C, diez años antes de lo previsto, explicaron los especialistas del Grupo de Expertos Intergubernamental del Cambio Climático.
"Es absolutamente urgente tomar decisiones enérgicas para proteger los ecosistemas", abogó este viernes Jean-François Juilliard, director de Greenpeace Francia.
Pero la UICN mantiene un delicado equilibrio entre la movilización y el trabajo paciente de su red de colaboradores en el mundo, centrados básicamente en la observación de la riqueza medioambiental, y en alertar a los gobiernos de los problemas en sus territorios.
Frente a las acciones espectaculares de organizaciones como Greenpeace, o agresivas como las de Extinction Rebellion en las calles de Londres, la UICN "es mucho más suave, negociadora. Su interés precisamente es no enemistarse con los Estados e influenciarlos poco a poco", explica Juliette Olivier, autora de una tesis sobre la organización e investigadora de la universidad de Borgoña.
Hablar y votar
La Unión, que reúne a más de mil 400 miembros, anunció en 2016 la inclusión de los grupos indígenas, que este año podrán presentar mociones y votar.
"Convertirse en miembros (de la UICN) no era tan solo un asunto de inclusión, sino de autogobierno", explicó Aroha Mead, representante de Nueva Zelanda, en el debate con organizaciones indígenas.
El objetivo de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) en Marsella es una moción para proteger 80 por ciento de la vasta cuenca del Amazonas de aquí a 2025, incluidas las demandas de tierras que tienen pendientes tribus indígenas con los nueve gobiernos de la región.
Y los activistas del medioambiente no descartan alguna acción en las calles de Marsella, para mantener la presión sobre sus "socios" en el seno de la UICN, los gobiernos.