La situación que vive el sistema político, negativa para los altos intereses nacionales, invita a tres reflexiones:
1. Los cánones nos dicen que “oposición es la expresión de ideas contrarias a las del grupo o partido en el gobierno”. En el caso mexicano, y no es singular, uno de los residuos del proceso de desarrollo democrático es el exceso de partidos, más cuando algunos sólo tienen intereses políticos en aquello que sea canjeable por dinero.
Hay quienes sostienen que un número menor de partidos será a la larga el destino del sistema: bipartita o tripartita. Alineada con esa idea, como un anticipo, está la creación de la alianza legislativa Va por México: PAN, PRI y PRD. Otra aún no confirmada es Morena, Verde y PT. Movimiento Ciudadano, más calculador, guarda sus fichas.
Las propuestas como materia propia de la oposición están sepultadas. Teniendo tesis basadas en sus principios y programas de acción, éstas no forman parte de sus inquietudes y consecuentes programas. Padecemos una oposición ciega, sorda, muda. Sólo sabe denunciar basura bajo la alfombra.
Su recurso único es tirar piedras al aire teniendo techo de cristal. Mala es su vacía belicosidad y, peor, su carencia de ideas ricas en futuro para un país mejor. Es oposición, pero no ejerce como tal.
2. La segunda reflexión alude a los líderes, los creadores de organizaciones y partidos, los que se forman dentro de éstos o se adhieren a los ya existentes. Tampoco en este rubro hay contento. Al terminar los procesos de elecciones estatales y el inicio de la LXV Legislatura, los partidos opositores acusan claras deficiencias humanas. El solo hecho de pensar en ciertos personajes perturba. Sobresale el protagonismo, la agresividad, el simple afán de mostrarse simpático a las galerías.
Con excepciones, el Congreso pinta muy gris cuando puede anticiparse un ejercicio convulsivo por el presupuesto 2022 y por las complejas reformas e innovaciones legales anunciadas. Las fracciones partidistas están ayunas de líderes, de tribunos ilustrados, respetables y convincentes. Su vacuidad es un riesgo inminente para el lindante futuro nacional.
La ausencia de personajes de ese perfil se torna más amenazante cuando empiezan a surgir aspirantes a la Presidencia (2024-28). Ejemplos de ello es el PAN, donde destaca un solo hombre que logra aplausos en el circo por su voracidad, ordinariez y veleidad.
Ese líder autógeno acierta cuando exhibe puntos impugnables del gobierno, pero eso no es mérito suficiente. El autocandidato no pasa del seis. Navega sin ir más allá; es vulgar, predecible, rasposo. ¿Así seguirá la oposición?
3. La tercera reflexión es sobre el ambiente de la lid política. No hay lid pacífica, serena. Es más: no se le desea. Sus cualidades naturales son la expresión vehemente de las ideas, la defensa intensa de sus intereses, y ello frecuentemente provoca alborotos de variados tonos que son cruciales en el ejercicio de la cultura política, siendo por ello hasta deseables.
En este ambiente abundan las acusaciones, legítimas e ilegítimas, pero hacen falta llamados a una vida nacional más comprometida, atraída por carismáticas razones destinadas a influir en las vocaciones, decisiones y programas de gobierno en busca de la protección de los derechos que se reconocen a los gobernados.
El ambiente intenso y hasta caldeado es deseable cuando es ilustrado y sensato, por ser así rico para el adelantamiento de las ideas y logros. Es infértil y hasta destructivo cuando hace gala de ignorancia, intolerancia y agresividad. La discusión de las ideas no pretende la destrucción del Estado, aun con manifestaciones extremas. Sabias o deficientes las posturas, son todas respetables.
El debate es parte del ejercicio público. Es materia de gran riqueza para la formulación y análisis de tesis. Busca exclusivamente el perfeccionamiento de los altos intereses nacionales según la interpretación de cada corriente política.
El momento mexicano es definitorio. Tiene una inercia que debe apresurar su andar hacia el cambio. Hay muchas cosas que están volando; otras llenas de moho exigen su remoción. ¿Qué debe pasar con los sistemas electoral y de justicia, con la insuficiencia fiscal, la salud y la educación o con el empleo? ¿Qué nos dice la oposición?