Una porción de la élite del Partido Acción Nacional (PAN) dio ayer un paso abierto hacia la ultraderecha confesa y militante, en un contexto de alianzas internacionales contra “el comunismo”, que promueve y lidera el fascistoide partido español Vox, dirigido por Santiago Abascal, quien ayer se reunió con poco más de la mitad de los senadores de Acción Nacional, algunos diputados blanquiazules e incluso el priísta guerrerense Manuel Añorve Baños.
Este jueves, a las 2:16 pm, la cuenta tuitera de los senadores panistas (@senadoresdelPAN) puso el siguiente mensaje: “Por la defensa de la democracia, la libertad y la propiedad privada, hoy firmamos la Carta de Madrid para detener el avance del comunismo. México nunca será comunista, nunca”.
Luego, en la página de Internet de esos legisladores, se le dio carácter institucional al acto: “El grupo parlamentario de Acción Nacional en el Senado se unió con el representante español Santiago Abascal, para firmar la Carta de Madrid, contra el avance del comunismo en la Iberoesfera” (https://bit.ly/38ykBFs).
La mencionada Carta de Madrid es una iniciativa impulsada en España por la Fundación Disenso, que preside el mismo Santiago Abascal y la cual pretende extenderse a Latinoamérica bajo el concepto de que hay naciones integrantes de una “Iberoesfera”. Sus proclamas defienden lo que suponen amenazado por una especie de conjura comunista que, conforme a esa visión, se habría desarrollado en la ciudad mexicana de Puebla el 12 de julio de 2019.
En esa fecha, con la participación de unos 30 líderes progresistas, durante tres días se conformaron programa y estructura de lo que fue llamado Grupo Puebla. Entre esos reunidos estuvieron José Luis Rodríguez Zapatero, Evo Morales, José Mujica, Dilma Rouseff, Lula da Silva, Cuauhtémoc Cárdenas y Rafael Correa.
En el mismo sitio oficial de los senadores panistas se explica respecto a la visita de Abascal y la firma del documento ultraderechista: “Esta alianza entre México y España es en defensa de la libertad, la democracia y la propiedad privada y hoy nace, aquí en México, un mensaje muy importante para el Presidente y sus radicales: “México nunca va a ser comunista”, advirtió el coordinador de senadores del PAN, Julen Rementería del Puerto, quien encabezó esta signatura”.
Ha tenido una significativa insistencia reciente el recurrir a instancias internacionales en busca de apoyos e injerencias que suplan o complementen la incapacidad de las derechas mexicanas, entre ellas la panista y la priísta, para enfrentar en lid electoral, legislativa e institucional al gobierno de centroizquierda del presidente López Obrador, quien ha ejercido el poder con apoyo de un frente amplio sin predominancia izquierdista, acompañado de un gabinete con relevancia de figuras del pospriísmo acomodaticio (Ebrard y Bartlett; Sánchez Cordero y ahora Adán Augusto, como ejemplos no únicos) y una coordinación de cámaras legislativas entregada al pragmatismo nada socialista ni comunista.
Hay, ciertamente, una batalla que se libra desde Palacio Nacional contra representantes del viejo régimen, pero no para sustituirlo por alguna opción cercana al socialismo o al comunismo, sino para instalar una nueva clase política y económica, un obradorismo transexenal que dé más viabilidad y durabilidad a un sistema que, más allá de los discursos, se mantiene intocado en lo esencial, aunque retocado en la fachada.
Aún así, contra ese pálido reformismo, contra esa única opción de gobierno de una centroizquierda a la que en dos ocasiones le hicieron fraudes electorales, se levanta amenazante la ultraderecha mexicana, no sólo la panista, que se quita la careta de partidismo institucional para sumarse a los planes golpistas internacionales empujados por Abascal (no únicamente el español, recuérdese en México El Yunque), y Vox, la provocación extrema que ha afectado hasta a la expresión tradicional de la derecha española, el Partido Popular. ¡Hasta el próximo lunes!
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