Hasta hoy, suman mil 148 los restos de niños en tumbas sin marcar en la Columbia Británica, en Canadá. Todas tienen algo en común: están cerca o donde funcionaron internados del gobierno para niños indígenas. La inmensa mayoría los administraba la Iglesia católica.
Entre 1883 y 1996, más de 150 mil menores indígenas fueron separados de sus familias y enviados forzosamente a dichos colegios. Allí sufrieron abusos físicos, sexuales y enfermedades. Los hallazgos causaron indignación alrededor del mundo, pero en Canadá era algo que se sabía entre las comunidades indígenas. Se impuso el silencio.
Otro asunto está por investigarse más a fondo, como exige Ian Mosby, historiador de la alimentación, salud indígena y política del colonialismo canadiense. Ian descubrió que entre 1942 y 1952 los científicos en nutrición más prominentes de ese país efectuaron investigaciones muy poco éticas en mil 300 indígenas, incluidos mil niños, en comunidades cree y en seis internados.
Dirigieron esos experimentos Frederick Tisdall (famoso por ser uno de los creadores de la comida infantil Pablum), Percy Moore y Lionel Bradley Pett. Los tres aseguraban que la educación y las intervenciones en la dieta harían que los pueblos indígenas fueran más rentables para Canadá. Y si eran más sanos, sería más fácil el proceso de asimilación y menor la transmisión de enfermedades a los blancos, como la tuberculosis.
Presentaron su plan al gobierno federal. Como parte medular: dar a los niños de la escuela indígena Alberni durante dos años una cantidad de leche tan pequeña como para que no tuvieran las calorías y nutrientes necesarios para su crecimiento. Otros experimentos consistieron en privarlos de vitaminas y minerales esenciales, ni atención dental, so pretexto de que podría afectar los resultados del estudio.
Antes de convertirlos en ratas de laboratorio, los niños ya pasaban hambre, como comprueban informes de desnutrición, y las deficiencias de vitaminas y minerales.
Si bien Moore, Tisdall y Pett realizaron sus experimentos de nutrición so pretexto de comprender y ayudar a los pueblos indígenas, tuvieron una motivación racial. Prohibir sus alimentos tradicionales adecuados fue un medio más de colonización y genocidio cultural.
Lo que hicieron no es ético ni aceptable. Por eso el gobierno y la sociedad de Canadá están obligados a reconocer y lamentar públicamente ese abuso criminal.