A los griegos “se les acaba de morir una divinidad”, dijo la cadena de noticias británica BBC al informar ayer acerca del fallecimiento, a los 96 años, del compositor Mikis Theodorakis, ocurrido en un hospital de Atenas debido a añejos problemas cardiacos.
Si bien es popular en varios rincones del mundo por haber realizado un sinfín de bandas sonoras cinematográficas, entre ellas, en 1964, la música de la película Zorba, el griego, su gran legado lo conforman las sinfonías que desarrolló al abordar de manera contemporánea el antiguo género musical del oratorio, compuesto generalmente para voces solistas, coro y orquesta.
“Hoy hemos perdido una parte del alma de Grecia. Mikis Theodorakis, nuestro Mikis, el profesor, el intelectual, el resistente, se ha ido. El que hizo que todos los griegos cantaran a los poetas”, lamentó la ministra griega de Cultura, Lina Mendoni, mientras el presidente de aquel país, Eikaterini Sakellaropoulou, ordenó colocar las banderas de los edificios públicos a media asta en señal de luto nacional durante tres días.
También se dispuso que los restos de Theodorakis sean llevados el próximo martes a la catedral de la capital griega, donde permanecerán hasta el jueves para recibir el homenaje popular de sus compatriotas. Su funeral se oficiará el viernes 10 de septiembre en la tarde, anunció su familia.
Su último deseo, que será cumplido, fue ser enterrado en Galatás, un pequeño pueblo ubicado en la isla de Creta. “Mikis Theodorakis pasa ahora a la eternidad. Su voz ha sido silenciada y con él todo el helenismo”, comentó el primer ministro de Grecia, Kyriakos Mitsotakis.
Una pasión temprana
El compositor nació el 29 de julio de 1925 en Quíos, una isla en el Egeo frente a Turquía, en una familia de origen cretense. A los 12 años ya se conocía su pasión por la música, cuando comenzó a escribir sus primeras obras. A los 17 años, en Trípoli, ofreció su primer concierto.
Muy joven participó en la resistencia contra los nazis; en 1941 compuso El capitán Zacarías, que se convirtió en un himno contra la invasión. También fue un activo militante comunista durante el conflicto civil que estalló en Grecia tras la Segunda Guerra Mundial, cuando fue deportado a la isla prisión de Makrónisos, donde fue torturado.
Luego de esto partió a Francia para estudiar en el Conservatorio de París gracias a una beca que obtuvo en 1954. Ahí fue discípulo de Olivier Messiaen. Theodorakis llevaba bajo el brazo varias piezas, como la Suite no. 1 para piano y orquesta, con la que ganó la medalla de oro en el Festival de Moscú, ante un jurado presidido por Dimitri Shostakóvich.
De regreso a Atenas, se vinculó con Grigoris Lambrakis, diputado del partido de Izquierda Unida Democrática (EDA, por sus siglas en griego), asesinado en noviembre de 1963 en Tesalónica por la extrema derecha con la complicidad del aparato del Estado.
Un año antes, en 1962, el compositor visitó La Habana, Cuba, como parlamentario del EDA, junto con el diputado Evanhegelos Sakellaris, ambos invitados por el recién nacido gobierno revolucionario.
Puso a toda la isla a cantar y bailar al ritmo de Luna de miel, una se sus composiciones más famosas. A pesar de que el clima caluroso y húmedo de La Habana no le sentó bien, aceptó ir con Ernesto Che Guevara a conocer la Sierra Maestra, donde vivió “una semana memorable”, recordaba Theodorakis. El músico también se hizo amigo de Fidel Castro, con quien intercambió numerosas cartas.
Theodorakis fue detenido desde el inicio de la dictadura griega de los coroneles, que comenzó el 21 de abril de 1967. Sin embargo, las rejas no menguaron su creatividad y, aún prisionero, siguió componiendo. Al lograr la amnistía un año más tarde, lideró un movimiento clandestino y fue colocado bajo arresto domiciliario en un pueblo de las montañas del Peloponeso. Para intentar silenciarlo, los coroneles lo volvieron a encarcelar y prohibieron su obra, pero su popularidad era ya imparable y se convirtió en símbolo de la resistencia a la dictadura.
La junta se vio obligada a dejarlo partir, a París, ante la presión de la comunidad internacional. En 1970 pudo instalarse en la capital francesa, donde conoció a Pablo Neruda, relación que dio como fruto la musicalización del poemario del Nobel de Literatura chileno Canto general.
Cuando cayó la dictadura, en 1974, una multitud recibió al músico en el aeropuerto de Atenas coreando su nombre. En aquel momento, de manera sorpresiva, Mikis decidió apoyar a Constantin Caramanlis, el estadista de derecha que organizó la vuelta de la democracia. Al cuestionarle su acción, se dice que el músico respondió: “Caramanlis o los tanques”, lo cual provocó mucho tiempo el enojo de sus camaradas de izquierda.
Líder de artistas y políticos
Durante la crisis financiera que afectó hace unos años a Grecia, Theodorakis se manifestó contra las medidas de austeridad impuestas por los acreedores del país (Banco Central Europeo, Unión Europea y Fondo Monetario Internacional).
En 2012, cuando participaba en una protesta frente al parlamento en Atenas, lo alcanzaron gases lacrimógenos. En los últimos años, militaba contra el acuerdo firmado por Grecia y Macedonia sobre el nuevo nombre del país vecino, que pasó a ser Macedonia del Norte.
El compositor estaba casado con Myrto Altinoglou, su compañera de vida desde 1954, con la cual tuvo dos hijos, Marguerite y Georges. De acuerdo con especialistas, su legado transciende su obra musical, pues fue un líder tanto para artistas como para políticos por su lucha contra las injusticias y en favor de la libertad, un revolucionario que otorgó un nuevo significado a la cultura y el arte en su país.
Entre los mensajes de condolencias que ayer se leyeron en las redes sociales, el Partido Comunista de Grecia (KKE) recordó que Theodorakis recibió el Premio Lenin de la Paz y anticipando el final de su vida, Mikis se había puesto en contacto telefónicamente con el secretario general del Comité Central del KKE, Dimitris Koutsoumbas, a quien le encomendó sus últimos deseos en una carta personal del 5 de octubre de 2020 que dice: “Ahora, al final de mi vida, en el momento de las cuentas, los detalles desaparecen de mi mente y los ‘Tamaños Grandes’ permanecen. Así veo que pasé mis años más críticos, fuertes y maduros bajo la bandera del KKE. Por eso quiero dejar este mundo como comunista”.
(Con información de Afp y Prensa Latina.)