Estimar el resultado de una elección legislativa siempre es altamente complejo. Si, además, se trata de unas primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO), entonces, es casi misión imposible.
Sin embargo, nada ni nadie es capaz de detener el “espíritu insaciable adivinador” de las encuestas. Contra viento y marea, lo importante es presentar una cifra sea como sea, aunque ésta tenga que afrontar una apatía generalizada de la ciudadanía ante una contienda electoral. Es decir, hay que hacer lo que sea para obtener respuestas, aunque las preguntas no sean de interés para los encuestados.
En Argentina, hace varias semanas que comenzó el baile de números en relación con la intención de voto de las principales fuerzas políticas de cara a las PASO a escalas nacional y provincial. Hay para todos los gustos y colores. Muchas de ellas arriman el agua a su molino. Esto es, fuerzan sus números para contentar a su contraparte, sea porque les paga o porque les simpatiza, hasta el punto, por ejemplo, del inolvidable ridículo que hizo Management & Fit precisamente en unas PASO, en las presidenciales de 2019, cuando auguraba empate técnico y al final acabó ganando el Frente de Todos por más de 16 puntos.
Nosotros, como Celag, también hemos participado en este festín, pero a nuestra manera. Quiero decir: nuestra obsesión no es dar con precisión un número de cara a las PASO; nuestro objetivo es caracterizar el panorama político y electoral en el marco de las legislativas, con sus dinámicas y tendencias.
Para ello hemos realizado una encuesta nacional en estas últimas semanas (2 al 23 agosto), con 2 mil 2 casos, con el sistema Computer Assisted Telephone Interview (CATI). Esta podría considerarse la segunda fórmula más confiable para entrevistar, muy por encima del aluvión de encuestas Interactive Voice Response (IVR) y las que se hacen “por Internet”; lo ideal es lo presencial, pero aún estamos en tiempo de pandemia.
A partir de este estudio, nuestras principales hipótesis se podrían resumir en tres ejes:
En relación con el reparto de las dos fuerzas más destacadas, el panorama es parecido al de las presidenciales de 2019.
El Frente de Todos continúa con un nivel de fidelidad muy similar al de hace dos años. Posee un piso muy sólido y elevado (30-33 por ciento sobre el padrón electoral) y, a partir de ahí, tiene margen para alcanzar la votación lograda en 2019. Ese “voto probable” sigue estando cerca, a pesar de ser más crítico.
Juntos por el Cambio conserva su núcleo duro, pero presenta una gran dificultad para ampliar su base. No logra transitar a ser un “frente”, que sume y amplíe, y por ahora se queda en una suerte de “mínimo común”, muy anclado en lo que aportan Macri y Bullrrich, quienes siguen estancados y con una imagen positiva baja. Larreta y Vidal tienen mejor imagen, pero aún no comandan ni les dejan. La disputa interna está servida.
En relación con el presidente y la vicepresidenta: Alberto Fernández cuenta con mayor apoyo (visto en imagen, sentimientos positivos y atributos) que porcentaje de votos que obtuvo en las elecciones de 2019. Muchos ven su caída de imagen desde inicios de 2020 como catástrofe. Sin embargo, no tienen en cuenta que no se pierde lo que no se tiene. La imagen positiva de 70-90 por ciento es pura ciencia ficción, algo efímero. En política, 50 por ciento de imagen positiva después de dos años vale más que 90 por ciento momentáneo, como el que se puede tener en plena luna miel al inicio del mandato. El presidente logró estabilizar su imagen positiva en 46 por ciento luego de la caída provocada por la “foto en Olivos”.
Cristina Fernández continúa con estabilidad en su imagen y su nivel de apoyo desde 2019 hasta hoy. Es una base leal innegociable que supone el núcleo sobre el que se edifica el “Frente Ampliado”.
En lo económico, tres dimensiones: Las necesidades económicas están encima de la mesa. Se valora algo mejor la gestión económica de lo cotidiano, pero aún es insuficiente. Precios de medicamentos y alimentos y salarios/empleo es lo que más preocupa a las familias. Y también el endeudamiento creciente para afrontar gastos básicos.
La combinación de herencia macrista y pandemia es hasta el momento considerada como la principal causante de la actual situación económica. Pero seguramente esto no persistirá mucho más.
La sociedad mantiene sentidos comunes progresistas (aprecio por el rol del Estado, necesidad de más salud pública, el “cepo” es necesario, no podemos pagar la deuda al FMI a cualquier coste –éste tiene una imagen negativa muy alta–).
En Celag consideramos que lo que salga de las PASO, primero, y de las legislativas, después, será parecido a la fotografía de octubre 2019, con un más-menos propio de singularidades de cada cita electoral (caída de participación, aparición de otras iniciativas electorales, el componente territorial). Las presidenciales de 2023 aún están demasiado lejos.
* Doctor en economía y director del Celag