Kabul. Los nuevos gobernantes talibanes se esforzaron ayer por mantener en funcionamiento Afganistán tras la retirada definitiva de las fuerzas estadunidenses, y los donantes extranjeros se alarmaron ante una inminente crisis humanitaria.
A dos semanas de tomar el control de Kabul, el grupo fundamentalista aún no ha nombrado un gobierno “inclusivo” ni ha revelado cómo dirigirá al país. En un vacío administrativo, los precios se han disparado y multitudes se agolpan en los bancos para retirar efectivo.
El Talibán heredó una sociedad más desarrollada, con una pequeña clase media educada, pero también una economía devastada por la guerra y la corrupción. Incluso antes de la captura de la capital, la tasa de desempleo rebasaba 30 por ciento, y más de la mitad de los afganos viven en la pobreza, a pesar de las dos décadas de intervención de Estados Unidos y miles de millones de dólares en asistencia.
Funcionarios talibanes trabajan por mantener en funcionamiento las instituciones bancarias, los hospitales y la maquinaria gubernamental, luego de que los últimos soldados estadunidenses abandonaron el país poco antes de la medianoche del lunes.
Algunas afganas volvieron al trabajo entre las promesas del Talibán, que ofreció ser más tolerante que en los años 90, cuando discriminación y brutalidad marcaron su régimen. El número de periodistas activas en Kabul pasó de 700 a menos de 100, informó Reporteros Sin Fronteras.
Las reservas de alimentos podrían agotarse este mes, advirtió Ramiz Alakbarov, coordinador humanitario de la Organización de Naciones Unidas en Afganistán, lo que vislumbró la posibilidad de que la hambruna se sume a la larga lista de problemas que encara el Talibán en su regreso al poder.
Un avión catarí con equipo técnico aterrizó en Kabul para abordar “la reanudación de las operaciones en el aeropuerto”. Desde Doha, el jefe de la diplomacia catarí, Mohammed bin Abderrahman Thani, reiteró la solicitud a los talibanes de garantizar una “vía segura” para entrar o salir deAfganistán.
Con la terminal aérea sin operar, los esfuerzos privados para ayudar a los afganos que buscan huir, temerosos de las represalias, se centran en organizar el paso seguro a través de las fronteras con Irán, Pakistán y los estados de Asia Central.
La mayoría de los aliados afganos que intentaron salir con el retiro de las tropas estadunidenses no pudieron hacerlo debido al caos en el aeropuerto, aseguró un alto funcionario, que dijo estar “atormentado” por las decisiones que debieron tomarse.
En tanto, los talibanes instaron a los combatientes en el valle de Panshir, uno de los últimos focos de resistencia al nuevo régimen, a que depongan las armas para evitar una guerra sangrienta, luego de los primeros combates.
El presidente ruso, Vladimir Putin, sostuvo que los 20 años de guerra y presencia estaunidense habían sido “una tragedia” para Afganistán.