El incendio en el establecimiento bonaerense República Cromañón en 2004, donde más de 200 jóvenes murieron, es catalizador de la novela El día que apaga-ron la luz. Representa la “educación sentimental” de que “la felicidad y escuchar música en vivo también pueden ser un final y una tragedia”, dice Camila Fabbri sobre su texto que será presenta-do hoy.
La narración publicada en México por Almadía “intenta documentar lo que fueron nuestras adolescencias alrededor de ese suceso y crecer después de haber vivido algo tan atroz y espantoso”, menciona la escritora argentina en entrevista desde Buenos Aires.
Fabbri (Buenos Aires, 1989) relata que ese suceso configuró mucho lo que escribe. “Mi primer libro se llama Los accidentes y hace pie mucho en El día que apagaron la luz, como si lo estuviera parafraseando y ambos hablaran de lo mismo: la idea de la peligrosidad inminente en todas partes, aunque en realidad no esté”.
Tuvo que hacer que la novela fuera más transmisible, dice, para “que pudiera llegar directo a quien la lee, porque me parece que es más concreto lo que se cuenta. Está narrado en imágenes más precisas. Toda su extrañeza y oscuridad es real”.
En cambio, continúa, “Los accidentes tiene un trabajo más minucioso en lo formal de la escritura, más poética, con la cadencia y una ficción más enrarecida. Está más presto a interpretaciones. Son dos libros que tienen el mismo color, pero El día que apagaron la luz tiene algo de crónica y una función más periodística”.
El título es también una canción de la banda argentina Sui Gene-ris, de Charly García y Nito Mestre. Se refiere la “cierta ingenuidad feliz de la adolescencia en que de alguna manera creemos que somos inmortales y que nada nos puede pasar, en que íbamos a todos los lugares sin pensar demasiado en las consecuencias”.
Fabbri agrega que cuenta la tragedia del Cromañón “desde mi punto de vista de lo que pasó y cómo fue. También mi adolescencia previa a ese suceso. Yo tenía 15 años. Recién empezaba a ir a recitales y lo hacía con mucho miedo. Ya era como una persona temerosa. Lo sigo siendo. Después aparecen las voces de amigos y amigas, y personas cercanas. A partir de ellas fui generando este coro.
“Hay un capítulo que se llama El día que apagaron la luz, con los men-sajes de Whatsapp que recibí de mucha gente distinta que me contaba qué estaba haciendo esa noche. Ahí se arma este capítulo más performático, que son todas estas voces que no sabemos quiénes son que cuentan su experiencia.”
Grito de hartazgo
Fabbri menciona que la pandemia “tiene un alcance tan grande que es imposible darle la vuelta. No tengo nada para decir sobre ella. Hay un nivel de hartazgo tan grande que ni siquiera hay un interés genuino para leer sobre el tema. Es un grito de socorro de que ‘por favor ya se hable de otra cosa’”.
Relata que, en cambio, “hace muchos años quería escribir sobre Cromañón, pero por algún motivo u otro no me atrevía. Es un tema muy delicado. Pasaron 17 años, muy pocos, para una tragedia tan grande. Sentía que era algo que debía pasar a otro plano y no quedar sólo en el mundo de las ideas y las imágenes fantasmagóricas.
“Hasta que pude empezar a ha-blar con otros sobre sus experiencias y empecé a desgrabar esas vo-ces, empecé a tomar coraje para armar una partitura con todo esto.”
Camila Fabbri sostiene que la cultura rollinga, del rock chabón (barrial) argentino, que era acompañada de la cerveza en la esquina y ropa característica “murió con Cromañón. Sigue habiendo algunas bandas que cumplen con este estilo de música pero son las menos.
“Toda esta cultura de juntarse en la calle con grupos de amigos se perdió bastante. Ahora está más en la militancia política peronista, tal vez, pero no tanto la música, a la que se hila muy rápidamente con la catástrofe”.
La novela El día que apagaron la luz será comentada hoy a las 19 horas por Mariana H., Joselo Rangel y Camila Fabbri, con transmisión a través de la página en Facebook y el canal de Youtube de Almadía.